Hasta 1847 estuvo situada en el lado opuesto de la plaza al que hoy ocupa.
Se encuentra también en esta plaza la famosa Posada del Potro, citada por Cervantes en El Quijote y por Pío Baroja en La feria de los discretos, además del Museo de Bellas Artes local y el Museo Julio Romero de Torres.
Las primeras referencias a este lugar son de comienzos del siglo XIV cuando el despoblado era conocido como «Potro» debido a la venta de ganado equino y donde se celebraban la feria anual, por lo que se agrupararon un gran número de comerciantes, viajeros y tratantes de ganado.
La construcción de mesones y tiendas a su alrededor producen que ya se la conozca como «plaza del Potro» en la segunda mitad del siglo XIV.
[3][2][1] Existían multitud de mesones en la zona, aunque quizás el más relevante fue el mesón de doña Teresa, documentado desde la segunda mitad del siglo XIV y denominado así por su propietaria, la viuda de Ruy González Manzanedo.