En 1912, sus edificios históricos y el parque asociado fueron devueltos a los jesuitas.
A la llegada de los españoles, Tango estaba siendo intensamente ocupado por contingentes incásicos, tal como ocurría con otros sectores de las cuencas del Mapocho y del Maipo.
Al momento de su adquisición por los jesuitas, el predio contaba con algunas construcciones de adobe levantadas por los mercedarios para las actividades agrícolas, a las que agregaron nuevos depósitos y viviendas para los mineros.
[13] Los hermanos Bernardo y Francisco Antonio Ruiz de Tagle, oriundos de Ruiloba, llegaron a América del Sur a mediados del siglo XVIII, dedicándose al comercio en Perú y en Chile.
[14] Bernardo Ruiz de Tagle murió en 1767 en Oruro, dejando tres hijos varones.
Se trataba de propiedades contiguas a la hacienda Calera de Tango, que había pertenecido a los jesuitas y que se encontraba en esos años en arriendo.
La principal modificación del mayorazgo consistió en incluir la hacienda Calera de Tango, que fue rematada para Francisco Antonio a fines de 1783 por su sobrino Manuel[18], pagando la mitad del precio de 30.000 pesos al contado y el resto a nueve años plazo, a un 5% anual.
[21] Le sucedió, a su vez, su primogénito Francisco Antonio Ruiz-Tagle Portales, nacido en 1790 y al que le tocaría participar de los avatares de la Independencia de Chile, desempeñándose como parlamentario y en otros cargos públicos en representación del bando pelucón.
[23] Existían en la época diversas haciendas que José Bengoa califica como de «alta estabilidad», cuya propiedad se mantenía esencialmente en las mismas manos.
Este arrendó la propiedad a los Hermanos de La Salle, quienes establecieron allí una escuela, asumiéndola luego él mismo hasta su muerte en 1912, fecha en que por legado la propiedad volvió a los jesuitas.
[25] A fines del siglo XIX, el propietario de la parte central era Pedro Ruiz Tagle García Huidobro.