Hijo suyo fue Diego de Siloé, escultor y arquitecto en estilo renacentista.
Está documentado entre los años 1470[9] y 1501[10][11] fecha probable de su fallecimiento[12] en la capital castellana.
En el primero, 1470-1486,[13] vida y obra aparecen entre brumas en la que apenas se dibujan los contornos; en el segundo, 1486-1501,[14] las vemos ya nítidamente dibujadas dirigiendo Gil un gran taller y con una vida acomodada.
Su estilo es recargado, decorativista y muy minucioso, dotado de un extraordinario virtuosismo técnico.
Su inspiración, probablemente, se apoyó en grabados, manuscritos e incunables de la época.
[20] Burgos era una ciudad rica en el último tercio del siglo XV, en ella vivía multitud de mercaderes, comerciantes, etc, con negocios de gran envergadura, y algunas familias habían adquirido poder y hábitos copiados de la aristocracia: encargaban su sepulcro en capilla propia, organizan su casa como una gran residencia, adoptan signos caballerescos, etc.
Con Siloé en Burgos la concepción global o programa era la protagonista del quehacer artístico: había que darla una plasmación mediante relieves, esculturas y pinturas, que quedaban enmarcadas en las líneas arquitectónicas y decorativas del conjunto.
Esto explica la importancia de la acción del maestro que organizaba todo el trabajo del conjunto: el que ideaba la arquitectura, su decoración y distribuía los espacios para alojar la imaginería.
Los sepulcros reales, facturados en alabastro, reclamaron a Siloé cuatro años de trabajo, entre 1489 y 1493.
La decoración marginal se impone en todo el conjunto; se ha recurrido a lo vegetal,-vid, roble, cardo, bellotas, racimos de uvas, …-, a lo animal, -caracol, conejo, águila, león, lechuza, zorro, ardillas, aves-, y a lo humano en forma de niños desnudos, putti, de tamaños y actitudes variables.
La superficie limitada entre los dos arcos está cubierta por una profusa ornamentación que acoge, en la parte media superior, un San Miguel guerrero en lucha contra el dragón diabólico por encima del cual aparece un rostro tricéfalo.
La estatua del infante don Alfonso arrodillado, en actitud orante, centra la composición.
[30] La iconografía religiosa del sepulcro de don Alfonso destaca por su sencillez y concreción.
El tabernáculo original fue sustituido por otro; encima del nuevo hay un expositor giratorio en el que se muestran seis escenas de las que tan sólo aparece una a la vista dependiendo de la época del año.
Su mayor virtud reside en el diseño general, aunque son muchos los fragmentos magistrales.
[35] Durante muchos años esta obra, encargada, hacia 1500, por su madre y por la reina Isabel, estuvo en la iglesia del Real monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, actualmente en ruinas, fundado por su bisabuelo Gómez Manrique.
En los laterales hay seis relieves; cuatro de ellos completan la idea que cristaliza en el Abrazo.
[39] Era el retablo de las santas, por lo que está compuesto por un basamento con pequeños nichos para alojar a variadas y delicadas figuritas femeninas.
Sobre este banco se asienta la parte superior constituida por tres cuerpos y tres calles estructurando una serie de urnas en los que se alojan esculturas presididas por una santa Ana triple con la Virgen y el Niño.
Fue doña Mencía de Mendoza, ya viuda del Condestable, quien contactó con Siloé para su realización.
Santa Ana misma es una figura memorable, dotada con la gracia de una joven pero madura mujer, espiritual y físicamente bella.
“ ... como se auia començado … en dar fazer el Retablo para el altar mayor de la dicha yglesia ... se daua a fazer a maestre gil o a diego de la Cruz ... para que ellos lo ygualasen con el dicho maestregil e se fiziese e pagase,...
Es probable que el diseño se deba a Gil de Siloé y en ella trabajara su taller.
Probablemente estamos ante una obra realizada por un maestro desconocido que tuvo entre sus ayudantes a Gil de Siloe.
En colección particular existe otra obra casi idéntica en alabastro; se cree originalmente estuvo situada en el lado opuesto de la iglesia, sobre la puerta que actualmente da paso a la capilla de San Bruno y antes lo hacía a un patio.
[50] En el Museo de Burgos se expone una gran escultura en piedra caliza policromada que representa a Santa María la Mayor.
Como obra de taller se advierten diferentes manos, con excepción de en los dos relieves que podrían ser del propio Gil y quien sin duda dirigió la obra del retablo.