Nuevos hallazgos documentales», en Homenaje a Tirso, L. Vázquez, ed., Madrid: Revista Estudios, 1981, pp.
Ninguno de sus enemigos contemporáneos, por otra parte, le achacó ese origen.
Ya por entonces, si bien cultivaba también temas religiosos, sus sátiras y comedias le habían granjeado problemas con las autoridades religiosas, lo que lo llevó a retirarse entre 1614 y 1615 al monasterio de Estercuel, en Aragón.
Quizá por ello apenas figura en el Viaje del Parnaso de Cervantes.
Esto le permitió conocer numerosas historias de la Conquista que usaría más tarde en sus obras.
En 1639 el pontífice Urbano VIII le concedió el grado de maestro; sin embargo, los enfrentamientos con miembros de su propia Orden lo llevaron otra vez al destierro en Cuenca en 1640.
Sin embargo, según su propio testimonio en el prólogo a la Tercera Parte, sin duda algo exagerado, habría escrito en 1634 unas cuatrocientas, con lo que habría sido uno de los dramaturgos más prolíficos del Siglo de Oro.
También suelen ser increíblemente enredadores e intrigantes (el prototipo de estos sería, por ejemplo, la Marta de Marta la piadosa), de manera que siempre saben salirse con la suya y tienen salidas para las situaciones más apuradas, lo que atestigua el ingenio del fraile mercedario.