Literatura española del Barroco

Las características fundamentales de la literatura barroca española son la progresiva complejidad en los recursos formales y una temática centrada en la preocupación por el paso del tiempo y la pérdida de confianza en los ideales neoplatónicos del Renacimiento.

Durante la centuria anterior a esta, España había alcanzado su mayor unidad y extensión territorial.

Esto ocasionó graves problemas, religiosos, políticos, internos e internacionales.

El siglo XVII es muy peculiar en cuanto a arte se refiere.

Durante este siglo gobernaron en España los Austrias menores, con validos o favoritos, y en muchos aspectos hay una «medievalización» de la vida española

Felipe III (1598-1621) hereda un gran imperio en bancarrota, pero también la enemistad con Inglaterra y los Países Bajos.

Felipe IV otorga el poder al conde-duque de Olivares, quien trata de mantener la supremacía española frente a Francia en la guerra iniciada en 1635, y el dominio en los Países Bajos.

La presión fiscal y el descontento político general provocan la sublevación de Portugal (que logrará independizarse de la Monarquía Hispánica), Cataluña, Aragón, Navarra y Andalucía.

La pobreza, las epidemias y los elevados impuestos provocan un alarmante descenso de la población y la migración del campo a la ciudad; muchas zonas quedan despobladas, lo que perjudica a la economía nacional.

Fue un rey débil y enfermizo, lo que le valió el apelativo de Hechizado.

No dejó descendencia a ninguna de sus dos mujeres, lo que favoreció que los monarcas europeos se sintiesen atraídos por el territorio español y quisiesen repartírselo, incluso antes de su muerte.

Con Carlos II sin descendencia, nombra como heredero a Felipe de Anjou, futuro Felipe V, nieto del francés Luis XIV, lo que dio origen a la guerra de sucesión española.

En 1605 publica El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, con éxito inmediato.

Es una sátira contra profesiones o estados sociales: juristas, médicos, carniceros...

Así se da la paradoja de que los médicos son en realidad verdugos, los ricos, pobres pero ladrones, y, en definitiva, se presencia una galería de tipos sociales, oficios y estados que es satirizada implacablemente.

El Marco Bruto (1644) surge de glosas o comentarios a la biografía que sobre este estadista latino escribió Plutarco en sus Vidas paralelas.

Narra su vida (1608-1646) como criado de muchos amos y soldado en varias ocasiones.

Presenta rasgos de la picaresca: estafas, peleas, engaños, borracheras, robos y prostitución.

La prosa filosófica brilla con Luis de Molina (1535-1600), iluminado establecido en Roma.

Su doctrina apodada molinosismo tuvo una gran repercusión e influéncia en los pensadores y escritores barrocos posteriores a él.

Su actitud ante la vida es desengañada, como corresponde a la decadencia de la sociedad española.

Influyó también en los moralistas franceses, como La Rochefoucauld, y en el siglo XIX en la filosofía de Schopenhauer.

No había, por lo común, asientos y los espectadores permanecían de pie toda la representación.

La nobleza ocupaba los balcones y ventanas de las casas que rodeaban la plaza o daban al corral, y las damas asistían al espectáculo con la cara cubierta con máscaras o tras las celosías.

La función comenzaba con la ejecución en guitarra de una pieza popular; en seguida se cantaban canciones acompañadas con diversos instrumentos.

Muestra desprecio por la rígida interpretación que los preceptistas -sobre todo italianos- del Renacimiento habían hecho de las ideas aristotélicas sobre el teatro y propone como valores la naturalidad frente al artificio, la variedad frente a las unidades y el tomar en consideración el gusto del público.

Se ve en ella una sublevación popular ante el abuso del poder, pero solo refleja una injusticia puntual y subraya la sumisión al rey.

Sus obras, en especial Las mocedades del Cid influenciaron a otros dramaturgos franceses posteriores.

Su obra más famosa es La vida es sueño (1635), drama filosófico que presenta a Segismundo, hijo del rey de Polonia, encadenado en una torre, por los fatídicos pronósticos de los astrólogos reales.

Cuando un motín lo rescata otra vez, su albedrío vence las predicciones: domina su condición, casa a Rosaura con Astolfo y acepta la mano de Estrella.

Felipe IV de España.
Carlos II de España.
La Danza de la Muerte . Monumento a Calderón , Madrid .
Francisco de Quevedo
Luis de Molina
Baltasar Gracián.
Retrato de Pedro Calderón de la Barca por Pedro de Villafranca , grabado calcográfico, Madrid, 1676 (Biblioteca Nacional, Madrid).