Francisco Porrúa

Para sus traducciones empleó varios seudónimos, como Luis Domènech, Ricardo Gosseyn, Francisco Abelenda o simplemente F. A.

Tras la boda de sus padres en España, y aproximadamente un año y medio después del nacimiento de Francisco, la familia se trasladó a Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina, donde nacieron sus tres hermanos.

En aquel sitio, según sus propias palabras, la presencia del mar y el desierto le provocaron «una libertad casi total para un niño de los 2 hasta los 6 años».

Como la editorial era un emprendimiento casi independiente, él mismo era editor, encargado de los tratos comerciales e incluso colaboraba en la parte gráfica; por esto mismo, que la persona a cargo de todos estos aspectos fuese además el traductor resultaba algo excesivo.

Para ampliar la frontera de autores que se editaban en el país, seleccionó escritores que por aquellos años renovaron el género al alejarse de la «ciencia ficción dura».

Algunos de los autores publicados con el transcurso de los años fueron Brian W. Aldiss, J. G. Ballard, Alfred Bester, Ray Bradbury, Angela Carter, Philip K. Dick, Ursula K. Le Guin, Cordwainer Smith, Olaf Stapledon, Theodore Sturgeon, J. R. R. Tolkien y Roger Zelazny, entre otros.

Más adelante, Carlos Fuentes habló con Luis Harss para que este recomendara a Porrúa un escritor llamado Gabriel García Márquez.

Aunque no tenía un interés especial en editar el libro y lo hizo preferentemente porque era una obra importante de la literatura fantástica, se vendieron cuarenta mil ejemplares en quince días y cerca de ocho millones desde su publicación.