Esencialmente introducen en Europa occidental pinturas de relativamente pequeño formato concebidas como arte mueble, es decir, cuadros enmarcados.
No obstante, en otros lugares y contextos, destacadamente en la escuela sienesa, el estilo italo-bizantino pervivió durante todo ese periodo.
[15] Siglos más tarde, con la arquitectura historicista, se produjo un revival bizantino o neobizantino en Inglaterra (catedral de Westminster y Bristol Byzantine).
[16] En el siglo XVI, al sur de la península italiana y en Sicilia, territorios bajo dominio bizantino en la Alta Edad Media, seguía hablándose griego y manteniéndose los ritos cristianos greco-ortodoxos, católico-orientales o católico-italo-albaneses (que en el siglo XXI tienen unos 70.000 fieles, no solo en Italia, sino también en la emigración).
Para referirse a esta población y sus costumbres se pueden utilizar las denominaciones "italo-bizantinas", "italo-griegas" o, en su caso, "italo-albanesas".
[9] Para la pintura veneciana, la moderna historiografía del arte utiliza a veces la denominación scuola veneto-bizantina o incluso greco-veneto-bizantina, especialmente en lengua italiana.
El siglo XIII también vio un gran incremento en la devoción a la Virgen María (mariolatría), liderada por la orden franciscana, fundada cinco años antes del saco de Constantinopla.
Por entonces la mayor parte de las obras se producían para iglesias o ricos comitentes que las donaban a instituciones religiosas.
[24] Durante el siglo XIII, los cambios litúrgicos (que en este aspecto no se revirtieron hasta el siglo XX) obligaron a los sacerdotes a celebrar la misa en el mismo lado del altar que la congregación de fieles, dándoles la espalda la mayor parte del tiempo.
[25] Fueron particularmente comunes en Venecia, donde los frescos eran raros, y se prefería el mosaico, aunque eran demasiado caros para la mayoría de las iglesias; siendo las piezas pictóricas una alternativa más económica.
[27] La Madonna Cambrai es una pieza relativamente tardía, pintada hacia el 1340 en Italia, quizás en Pisa, y no completamente al antiguo estilo italo-bizantino.
[32] La maniera greca sobrevivió al desarrollo estético del Renacimiento en los más punteros pintores italianos, incluso haciéndose más común, mientras que la creciente prosperidad y las baratas importaciones cretenses expandían la posibilidad de poseer un icono para uso doméstico a escala económica.
Para esa época, los iconos alla greca ya se consideraban pasados de moda, aunque siguieron produciéndose hasta el siglo XVIII.
[47] Los archivos venecianos preservan considerable documentación sobre el tráfico de iconos entre Creta y Venecia, que a finales del siglo XV se producían en masa.
La producción de iconos a esta escala parece que llevó a una saturación del mercado, y en las siguientes dos décadas hay mucha evidencia de que el comercio cretense declinó significativamente, al reducirse la demanda europea.
[48] Hubo también talleres dirigidos por maestros mucho más reputados, que producían obras de gran calidad.
No es apropiado calificar su estilo, ni siquiera en los años siguientes, en que entró en contacto con los maestros venecianos y romanos, como italo-bizantino, dada su extraordinaria singularidad.