El iconostasio es una pared que va desde la parte septentrional (norte) a la meridional (sur) en un templo ortodoxo, separando el santuario (situado al este) de la nave, parte central del templo.
En el iconostasio, en un orden específico, se colocan los iconos, hecho que le ha dado su nombre, pues la palabra proviene del griego εἰκονοστάσιον (eiconostásion), que significa ‘exposición de iconos’.
En el iconostasio hay tres puertas, que se abren o cierran en determinados momentos de la liturgia.
De hecho, inicialmente se ocultaba la consagración a los fieles mediante cortinas o telones que cerraban los huecos del iconostasio (formado por columnas y arquitrabe), y más tarde se cuelgan del arquitrabe pinturas o iconos.
Así, se presume que existía un iconostasio en San Vital de Rávena (s. VI), y asimismo en iglesias españolas de la época visigótica (ss. VI y VII).