Estos topónimos se extienden por la frontera al comienzo del siglo XI y se encuentran en territorios reconquistados antes del siglo X.
[3] En cuanto a San Marcelino se trata del santo patrón, y se añadió a la villa de Espeja cuando, durante la desamortización del convento de los Jerónimos, los huesos considerados de este santo fueron llevados a la iglesia parroquial de Espeja donde aún se conservan.
Al acabar hacían un collar con las cáscaras y lo colgaban del rollo del pueblo (un monumento situado en la plaza que simboliza el estatus de villa de la localidad).
Las canteras de jaspe de Espejón (localidad adyacente), en su preciada variedad rojo almendrado, ya fueron explotadas desde época romana y vuelven a ponerse en explotación a principios del siglo XVI.
Esta piedra noble ha sido empleada par embellecer interiores, sepulcros o coros.
Las canteras debieron abandonarse a finales del siglo XVIII.
Reactivándose su explotación y definitiva extinción de la actividad en 2010.