[4] Esta característica resultó de las observaciones del hombre primitivo sobre el rasgo distintivo y fue lo que llevó a su adoración.[6] En las Asambleas de Dios independientes y en las Iglesias pentecostales, los animales tienen muy poca importancia religiosa.Animales nocturnos como el búho o el murciélago encarnan la noche y el reino de los muertos.Su importancia es evidente en varios rituales y sacrificios, subrayando su relevancia en estas sociedades.A lo largo de los tiempos, se han adorado localmente determinados animales, como en el Antiguo Egipto o la India.Es frecuente la representación del hombre-jaguar como fruto de la unión entre una mujer y un jaguar.Así, al dios Tezcatlipoca se podía manifestar en forma de mofeta, coyote, mono o jaguar.El primero se refiere a especímenes específicos de un determinado animal, con unas marcas especiales, a los que se consideraba una encarnación terrenal de una deidad en particular o, al menos, en quien la deidad podría encarnarse.En la primitiva India ya se empezaron a adorar al toro, león, elefante o serpiente.Su vájana (‘vehículo’) es una rata o bandicut gigante que representa los deseos mundanos, los cuales Ganesha es capaz de gobernar a su antojo.En el sur de la India, los templos importantes suelen tener, al menos, un elefante sagrado.El dios mono Hánuman es muy popular y es adorado en todos los pueblos de la India.Se le suele representar en forma de mono con el pecho abierto para mostrar que lleva en su corazón a sus queridos Rama y Siva.Su primer avatar fue el pez Matsya, el segundo, la tortuga Kurma, el tercero, el jabalí Varaha y el cuarto el hombre león Narasimha.Según la creencia budista, los humanos no merecen un trato preferencial sobre otros seres vivos.Las aves son especialmente comunes en este papel, ya que por su facultad de vuelo se ofrecen a su interpretación como mensajeros entre las esferas celestes y humanas.
Estatua de un
nandi
en el Templo de Siva en Kanipakam.
Dios-pez mesopotámico y cananita Dagón.
El remate ceremonial de bronce dorado, conocido como el Caballo de Fergana, data del siglo
IV
-siglo
I
a. C.: un símbolo en forma de V de velocidad y victoria, y se utilizó en rituales dedicados al culto de los Caballos Celestiales.