Palacio de Antonio de Mendoza

El palacio se articula en torno a un patio central, núcleo principal del edificio.

La portada norte del palacio tiene influencia toscana y la constituye un arco de medio punto entre pilastras.

Sobre los capiteles cargan unos dinteles de madera labrada y corre sobre todo ello una doble cornisa prolijamente adornada.

Ente una y otra columna corre un antepecho calado, con piedra tallada en hexágonos recordando panales de miel.

La escalera surge en el ala este del patio para comunicar los dos pisos.

La parte de la galería superior que queda sin muro donde se abre la escalera, se apoya en tres columnas con capiteles con decoración a base de copas y delfines.

Esta decoración fue incorporada en la reforma llevada a cabo en el siglo XIX por Velázquez Bosco.

El templo está cercenado, ya que su ábside fue demolido en la remodelación del siglo XIX.

Hoy se conserva en el Detroit Institute of Arts (Míchigan, Estados Unidos).

Una vez derribadas las murallas a finales del siglo XVIII para dar cabida a la expansión y posterior ensanche de la ciudad, fue trasladado al alcázar, hasta que este fue destruido definitivamente durante la Guerra del Francés.

Se encuentra enmarcado por un relieve simulando un tronco de árbol rodeado por una gran cinta.

Entrada principal por el jardín.
Vista del patio en un dibujo de Josep Pascó (1885)
Detalle del patio del palacio, con el detalle de las columnas, las cornisas, el techo artesonado, la azulejería y el escudo de Carlos V.