Conflicto por la sucesión de Enrique IV de Castilla

Tras la muerte del rey Enrique IV el conflicto degeneró en la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479).

[1]​ Este episodio fue llamado por sus detractores "la farsa de Ávila", nombre con el que ha pasado a la historia.

Según otros,[3]​ Isabel se proclamó solamente heredera al trono y lo que ocurrió en los Toros de Guisando fue un solemne acto en el cual Enrique IV ordenó a sus seguidores que prestasen obediencia a Isabel como heredera.

Este matrimonio quedó sin embargo sin validez legal a falta de la dispensa papal requerida por el parentesco existente entre los novios (sus abuelos, Fernando de Antequera y Enrique III, eran hermanos).

[4]​ En una entrevista secreta con Isabel y Fernando, Rodrigo les ofreció regularizar su matrimonio, obteniendo la bula papal necesaria.

Fue encontrado y llevado a la corte pocos días antes del fallecimiento de la reina, en 1504.

Ambos esposos gobernarían conjuntamente y se otorgaban mutuamente plenitud de jurisdicción en los respectivos reinos, ahora en Castilla y en el futuro en la Corona de Aragón, cuyos respectivos súbditos serían tratados en asuntos comerciales como naturales del otro reino.

Por su parte Juana fue reconocida reina por sus partidarios, en particular por su prometido el rey Alfonso V de Portugal.

Enrique IV en una obra de 1463.
Isabel y Fernando.
Juana de Castilla.