Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-sur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.
Estas figuras fueron realizadas entre los siglos IV y I antes de Cristo, en plena Edad del Hierro.
Pueblo fundamentalmente ganadero, los vetones se establecían en lugares en los que abundaba el agua y el pasto para sus rebaños.
Aunque poco elaboradas, algunas de ellas dan muestra de un incipiente realismo, pues poseen agujeros para insertar los cuernos y unos suaves surcos paralelos que indican los pliegues del cuello del animal.
Lope de Vega en El mejor maestro, el tiempo (acto II),[7] en tanto que Federico García Lorca recurre a su valor emblemático en su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías: