Historieta

[17]​ Algunos países hispano mantienen, además, sus propias denominaciones locales: muñequitos en Cuba,[18]​ y tebeo en España.[22]​ En inglés, se usaban además los términos funnies, es decir, divertidos[23]​ y cartoon, por el tipo de papel basto o cartón en donde se hacían, pero con el tiempo los «animated cartoons» o dibujos animados tendieron a reservarse la palabra «cartoon».Posteriormente aparece desde el movimiento contracultural el término comix, primero en inglés y luego en otras lenguas, que suele reservarse para publicaciones de este estilo.Se puede denominar a las historietas o cómic gráficos como narraciones que cuentan diferentes historias mediante una sucesión de imágenes o ilustraciones, las cuales son perfectamente complementadas con textos escritos, aunque también existen historietas mudas, es decir, carentes de texto.El portugués tradujo del francés para crear banda desenhada, mientras que en Brasil se la denomina história em quadrinhos (historia en cuadritos), haciendo así referencia al procedimiento sintáctico de la historieta, como también sucede con el término chino liánhuánhuà (imágenes encadenadas).Finalmente, en Italia la historieta se denominó fumetti (nubecillas, en castellano) en referencia al globo de diálogo.El hecho de poder reproducir historias y crearlas aporta una motivación al proceso enseñanza-aprendizaje.Son muchos los rasgos lingüísticos que se pueden trabajar; desde diálogos, monólogos, expresiones más coloquiales, entre otros.Supone una mezcla de lenguaje visual e icónico que reconfigura nuestras capacidades comunicativas.Tradicionalmente, la industria del cómic ha requerido un trabajo colectivo, en el que, además de los propios historietistas, han participado editores, coloristas, grabadores, impresores, transportistas y vendedores.[38]​ La historieta infantil ha constituido la mayoría del material clásico «de todos los países (Estados Unidos incluido)»,[39]​ mientras que el cómic adulto inició su auge en los años 1960 presentando relatos que podían ser tan imposibles y pueriles como los anteriores, pero que incluían mayores dosis de violencia, temas inquietantes, palabras malsonantes y sobre todo sexo explícito.[40]​ En Japón, donde hay cómics específicos para todo tipo de público,[38]​ se distinguen también por el grupo de edad y sexo al que van dirigidos: kodomo (niño), shōjo (muchacha), shōnen (muchacho), josei (mujer) y seinen (hombre).Esto explica que las historietas que no se ceñían a los valores sociales imperantes se manifestasen a través de publicaciones underground y que temáticas como la homosexualidad no aflorasen a la superficie hasta los años 1980, conforme iba siendo aceptada en la cultura oficial, ni produjesen hasta entonces sus primeros autores reconocidos por crítica y público, como Ralf König o Nazario.[46]​ Hay que destacar, a este respecto, la abundancia en los últimos años de memorias realizadas por mujeres, como Zeina Abirached o Marjane Satrapi.[51]​ En la historieta se figura, con medios estáticos, el movimiento real, usando técnicas que ya practicaron los futuristas.[54]​ En afortunada expresión de Román Gubern, la «viñeta es la representación gráfica del mínimo espacio y/o tiempo significativo.Debido a su condición de medio intersticial desde sus orígenes,[43]​ la historieta se relaciona en primer lugar con las artes plásticas.A su vez, desde mediados de los años 1960, muchos autores han tendido a «la destrucción del realismo naturalista para encontrar nuevos caminos: el realismo fantástico, la deformación y la angulación, el montaje de mayor expresividad», etc.[61]​ En realidad, los estilos gráficos usados por los historietistas son tan variados como la intención y la habilidad del autor, distribuyéndose estos dentro un triángulo formado por tres vértices (abstracción postpictórica, realidad y lenguaje)[62]​ que comprende desde el realismo de filiación fotográfica (Luis García Mozos, Alex Ross, etc), a la caricatura.
Una de las primeras páginas de Little Nemo in Slumberland , aún con exceso de texto al pie.
Miniatura de la cantiga 36 perteneciente a un códice ilustrado de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio
Portada de Young Romance n.º 11 de 1949.
Pág. 13 del Essai de physiognomonie de Rodolphe Töpffer .