Quiosco de periódicos

Su diseño y características constructivas y estéticas aparece regulado en la normativa urbanística o en la ordenanza (norma reguladora) específica (ordenanza de kioscos) que a tal efecto aprueban los Ayuntamientos.Inicialmente esa función la realiza de forma personal y ambulante el “vendedor de periódicos”, cuya imagen recorriendo las calles y voceando la cabecera del periódico o las últimas noticias, está en nuestro imaginario colectivo, esencialmente a través de múltiples películas.Esta función se realiza en un contexto histórico y social caracterizado por la existencia de pocos diarios, con escasas páginas y con una reducida población lectora (mediados del siglo XIX, prensa para elites); circunstancias, todas ellas, que hacen viable la difusión o venta del periódico a través de medios humanos (el vendedor) y sin necesidad de complejas estructuras materiales, organizativas y técnicas.La función del vendedor es ofrecer en la propia calle, o incluso llevándolo a los domicilios, el periódico a un limitado número de personas potencialmente interesadas en adquirirlo (lo que hoy denominaríamos “un mercado reducido”).A partir de los periódicos de noticias generales, surgieron progresivamente - a medida que aumentaba la población con acceso educativo y económico a la lectura - las nuevas temáticas que conocemos y que continúan en vigor: prensa económica, deportiva, sensacionalista, del corazón, infantil y de otros géneros (ciencia, historia, motor, nuevas tecnologías...); todas ellas dedicadas a un público específico y con la finalidad de interesar al mayor número posible de clientes.Pues no se debe olvidar que la mayoría de las publicaciones, aun siendo diferente su temática, pertenecen a un mismo grupo editorial,[4]​ y que mediante la especificidad de las temáticas y atrayendo al mayor número posible de lectores, incrementa su mercado a la búsqueda del beneficio empresarial.Estos primeros puestos, pronto evolucionan a construcciones fijas un poco más elaboradas, que permiten albergar y proteger de las inclemencias climáticas tanto a las publicaciones como al propio vendedor.Pero además, en un kiosco podemos encontrar sistemas tecnológicos que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo en función de los avances técnicos.No es difícil comprobar empíricamente como, además de comprar el periódico, las personas que acuden al kiosco saludan a su propietario o a otros vecinos que están desarrollando la misma actividad social, comentan el último resultado deportivo o critican la marcha de las obras de reacondicionamiento del barrio, generándose así una compleja red de contactos y comunicaciones interpersonales que contribuye a dar soporte a la vida pública de la zona o la ciudad (entronca así el kiosco con su origen más remoto como construcción enclavada en la plaza, y destinada a manifestaciones público-culturales, como la música, el mimo, o incluso el propio discurso oral; en definitiva, el kiosco como elemento del ágora o foro público, al que remite su raíz etimológica).Pero resulta crucial subrayar que el kiosco de prensa, en la búsqueda del beneficio, consustancial a la actividad mercantil, también ha experimentado transformaciones decisivas en el abanico de los productos que constituyen su oferta.
Quiosco de diarios en la ciudad de Salta .
Kiosco de diarios en la estación Castro Barros del Subterráneo de Buenos Aires .
Vendedores ambulantes de periódicos.
Imagen que ilustra como se ha incrementado el número de publicaciones y el número de páginas de las mismas.
Quiosco de diarios en una plaza de Belo Horizonte , Brasil .