En su libro Toledo en las manos (1857), el historiador Sixto Ramón Parro explica que el nombre de La Sisla proviene del latín.
[7][8] Hoy en día, la palabra selva se usa menos para referirse al bosque, y la flora de La Sisla ha cambiado mucho con el tiempo.
[16][17] Al norte, La Sisla limita con La Sagra, una zona de llanuras que marcan la transición hacia terrenos más llanos.
Además de estos ríos principales, la comarca cuenta con varios arroyos menores que fluyen a lo largo del territorio.
En las zonas más húmedas y en las vegas de los arroyos, es posible encontrar álamos que contribuyen a la vegetación ribereña.
Entre los mamíferos más comunes se encuentran conejos y liebres, que son habitantes frecuentes de la región.
[32][33] Sin embargo, La Sisla enfrenta desafíos debido a plagas recurrentes de conejos, sobre todo en las partes norte y oeste.
La cercanía con Toledo, una ciudad relevante en la región celtibérica, sugiere que la influencia celta en La Sisla estaba relacionada estrechamente con el centro político y cultural de los Carpetanos.
Pueblos cercanos como Orgaz, que en tiempos antiguos pudo haber sido conocido como Barnices, y Casasbuenas, han revelado vestigios de la cultura celta.
Esta incorporación supuso un cambio fundamental en la región, que pasó de ser un territorio carpetano a formar parte del vasto imperio romano.
Aunque La Sisla misma estaba cubierta por un denso bosque, lo que la hacía menos adecuada para la agricultura comparada con regiones como La Sagra, su importancia no se limitó a la producción agrícola.
Los reyes visigodos, que encontraban en los montes de Toledo un espacio ideal para la caza, dejaron una huella indeleble en la región.
Sin embargo, el legado visigodo en La Sisla perduró a través de los siglos, dejando una marca profunda en su cultura e historia.
Aunque el legado musulmán en La Sisla no es tan prominente como en otras regiones, su influencia es aún notable en algunos aspectos de la historia local.
Durante esta época, se consolidaron los pueblos que hoy conocemos, como Casasbuenas, Nambroca, Cobisa y Chueca, entre otros.
[88] Durante la Baja Edad Media, La Sisla vivió una transformación profunda, marcada por una deforestación que cambió el paisaje de la región.
[91][92] Durante la guerra de sucesión española (1701-1714), La Sisla enfrentó una grave crisis debido a la presión fiscal impuesta por las autoridades.
Estas plagas causaron una grave hambruna que acentuó la crisis económica y demográfica en la comarca, generando una gran dificultad para los habitantes de La Sisla.
Aunque el proceso fue doloroso, facilitó la adaptación de La Sisla a los tiempos modernos, permitiendo un avance hacia una mayor integración en el panorama nacional.
La inestabilidad se intensificó con el advenimiento del siglo XX, cuando la gripe española de 1918 afectó a La Sisla, aunque con menos severidad que en otras regiones.
Aunque los combates no fueron tan intensos como en otras zonas del país, la región permaneció leal a la República hasta el final.
[97] La industrialización de Sonseca durante esta época resultó en un rápido crecimiento económico, destacándose en sectores como la ebanistería y la confitería.
Sonseca, una vez un centro industrial próspero, ha visto una disminución en su actividad económica, particularmente en los sectores de la ebanistería y la confitería, que en su día fueron muy prominentes.
Mora, con su significativa importancia histórica y económica, ocupa una de las principales posiciones poblacionales, mientras que Argés ha experimentado un notable crecimiento desde el año 2000, impulsado por su proximidad a Toledo.
La comunidad pakistaní es la más significativa entre los residentes extranjeros en la localidad, reflejando una diversidad étnica particular en comparación con otras áreas de la comarca.
[114][115][116][117][118] Históricamente, La Sisla estuvo cubierta en gran parte por viñedos, con numerosas casas privadas que contaban con lagar y bodega para la producción de vino.
La ganadería intensiva se concentra principalmente en la producción familiar de cebo bovino, con pequeñas y medianas explotaciones situadas en localidades como Pulgar.
Con el tiempo, la ganadería ovina ha disminuido significativamente, aunque algunas queserías aún siguen operativas, manteniendo viva una tradición importante para la región.
Sin embargo, la crisis inmobiliaria de 2008 tuvo un impacto devastador en la industria ebanística, afectando gravemente la producción y el empleo en la localidad.
Los productos de la comarca han alcanzado reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional, destacándose por su calidad y características únicas.