Polán

Distintos hallazgos arqueológicos como una estela funeraria romana, ponen a Polán en contacto con la época romana, y su proximidad a Toledo –así como más restos arqueológicos encontrados en sus alrededores- hacen suponer que debió ser un lugar poblado por visigodos y árabes.

Este rey dividió el territorio en cuatro partes, una para Domingo Abumelec, y tres para el mozárabe Miguel Azarafi, quien repartió la mitad entre cuarenta y seis pobladores que, mediante una carta puebla, fundaron Polán.

Se han encontrado restos arqueológicos del tiempo de los romanos, aunque es probable que su origen sea anterior.

Con respecto a la primera hay que destacar la proximidad a Toledo y al vecino Guadamur, en el que se halló el Tesoro de Guarrazar, aparte de la importancia que seguiría teniendo la red viaria antes mencionada, por su estratégica situación, y la primacía espiritual del no lejano templo visigótico de Melque.

Comienza entonces la repoblación, fundamentalmente por castellanos, aunque hay que tener en cuenta a la población mozárabe que tenía sus propiedades y trabajaba en los entornos rurales de la ciudad de Toledo.

En Polán, como en Guadamur, estas construcciones se fueron ampliando paulatinamente hasta convertirse en castillos.

Estas palabras nos llevarán a entender algunos de los procesos que se vivirán en la Segunda República Española y en la posterior Guerra Civil.

Del castillo dice Urabayen que en él se incubó El abuelo, de Benito Pérez Galdós, y que en Polán visitó la casa solariega del dramaturgo Lope de Rueda.

Finalizado el periodo de autarquía, la situación económica en algunos sectores era peor que veinte años antes, en la II República (1931-1936).

Resulta lógica la advocación de esta ermita, pues está situada en lo que fue la entrada del pueblo, y se hacía así para proteger de la peste, como en otros muchos lugares.

La cubierta es muy interesante: al exterior es una cubierta a dos aguas tejada, y al interior es un artesonado sencillo de madera que tiene tres pares de tirantes o vigas que la cruzan y otros dos en las esquinas del cabecero, el cual se diferencia de la nave central por estar a una altura superior.

A la derecha del cabecero, sencilla y pequeña habitación con posibles funciones de sacristía.

Fortaleza construida hacia el siglo XII con fines defensivos contra las frecuentes incursiones de los musulmanes desde la zona sur del Tajo, y posteriormente modificada en los siglos XIV y XV.

Como característica peculiar, estas dos torres poseen unos fuertes estribos o contrafuertes convexos al exterior, muy similares a los utilizados en castillos militares franceses de los siglos XI y XII (Chavigny, Flaise y Loeches).

Esta última ampliación corresponde al arquitecto Ignacio Hann, que empleó –como era muy habitual en él– las molduras de escayola para dar movimiento al interior y remarcar los elementos constructivos.

La portada, en la que intervinieron nombres de la talla de Juan Bautista Monegro y Andrés Montoya, siempre ha sido catalogada como barroca, pero especialistas como Fernando Marías la incluyen dentro del movimiento renacentista.

Al otro lado de la calle encontramos este edificio del siglo XIX, cuyo estilo más relevante es el historicista.

La distribución de huecos es regular, con balcones en la planta superior, decorados en estilo isabelino.

La portada consiste en un arco de medio punto sobre pilastras con la clave resaltada, enmarcado todo por un orden gigante dórico de columnas sobre basamento, que soportan entablamento, y sobre él un curioso frontón triangular partido, adornado con escudo nobiliario central que hace referencia a las familias de los Encinas, Guzmanes y Herreras.

Destacable resulta el Museo etnográfico de Siberia y Asia Central.

Castillo
Iglesia de San Pedro y San Pablo
Portada de la Casa de las Columnas
Museo Etnográfico de Siberia y Asia Central