Campo de Mayo

Surgió en la modernización del Ejército Nacional bajo la presidencia de Julio Argentino Roca.

Los primeros jefes fueron los coroneles Carlos O’Donell, Antonio Giménez, Luis Dellepiane, Alberto Cáceres, Camilo Gay, Eduardo Broquen.

En el golpe militar del 6 de septiembre de 1930 contra Hipólito Yrigoyen la guarnición tuvo una actitud indefinida, mientras el teniente general José Uriburu avanzó con una columna del Colegio Militar (con asiento en San Martín) hacia la Casa Rosada.

Al rendirse el gobierno, la 2.ª División de Ejército y la guarnición fueron copadas por jefes golpistas.

Ramírez relató su situación a sus pares en Campo de Mayo, y todos los militares vieron un agravio al Ejército.

Los miembros de la logia GOU y los antiguos seguidores del general Agustín Justo tenían sus razones para derrocar a Castillo.

Al día siguiente Ramírez entregó su renuncia al presidente, mientras que desde Campo de Mayo salían las tropas que reemplazaron a Castillo por el general Arturo Rawson, quien días más tarde fue reemplazado por el propio Ramírez.

Pero la operación perdió el efecto sorpresa, siendo detenido el coronel Ibazeta y un grupo de colaboradores.

El gobierno, encabezado por el general Pedro Eugenio Aramburu, decretó la Ley Marcial, fusilando a los que detuvieron y los que iban a detener, mayores y menores de edad, conspiradores o no.

El periodista y escritor Rodolfo Walsh, en la revista CGT de los Argentinos, escribe: «En Campo de Mayo se constituye un tribunal militar que no encuentra motivos para aplicar la Ley Marcial a los allí detenidos.

[14]​ Después de unos breves combates en los que venció al bando "colorado", Onganía fue investido comandante en jefe del Ejército por el presidente José María Guido.

[16]​ Otros protagonistas fueron los generales Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse, futuros presidentes de facto.

En 1973, caída la dictadura cívico-militar, desgastada por los Mendozazo, Rosariazo, Cordobazo, Viborazo, Tucumanazo, la democracia empezó a rodar nuevamente, pero con dificultades por el caos social, la situación económica, la actuación de grupos revolucionarios y la vejez de un líder como Perón, cuya salud deteriorada era un impedimento seguro para gobernar.

[20]​ En el Conflicto del Atlántico Sur los institutos militares decidieron intensificar la instrucción de los aspirantes.