Fue ministro de guerra durante la presidencia del general Agustín Pedro Justo.
Volvió así al arma de Infantería con que se recibió.
Su progresivo conocimiento del idioma le permitió traducir en el futuro importantes obras de ese origen.
Un tercer destino, en 1910, fue el de formar parte del Estado Mayor en la 5.ª Región Militar, en la misma provincia.
En el año 1919 (ya teniente coronel) fue trasladado al Estado Mayor General del Ejército.
Cinco años después fue designado secretario ayudante del Ministro de Guerra, el entonces coronel Agustín P. Justo.
En esa fecha cubrió el cargo de subjefe C del Estado Mayor General.
Lo sobrevivió su esposa, Emma Fernández de Rodríguez, con quien no tuvo descendientes.
(Gral Francisco Medina) "Gustaba releer y meditar las siguientes máximas: 'Silenciosamente, realizar buenas obras; amar a Dios y a los hombres; cumplir con su deber; aceptar la voluntad de Dios; alegrarse con los demás; callar los defectos ajenos; aceptar las ofensas de los hombres; ahogar mis débiles pensamientos; compartir las penas ajenas; ascender al Cielo; desear y aspirar en silencio; abrazar la Cruz de Jesús; sacrificarse y renunciar; soportar las alternativas de la vida; mirar hacia la Patria Celestial; alcanzar la virtud.
Ese silencio sublime del alma ofrece rica recompensa'".