Historia de la depresión

Inicialmente fue denominada melancolía (del griego antiguo μέλας "negro" y χολή "bilis"); sin embargo, no representan lo mismo.

La medicina oficial moderna considera cualquier trastorno del humor que disminuya el rendimiento en el trabajo o limite la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea o no conocida, como un trastorno digno de atención médica y susceptible de ser tratado mediante farmacoterapia o psicoterapia.

Denominaba crasis al equilibrio entre ellos y llamaba crisis a la expulsión de los humores mediante procesos fisiológicos como el sudor, los vómitos, la expectoración, la orina, o las heces.

El origen del vocablo depresión se encuentra en la expresión latina de y premere (empujar u oprimir hacia abajo).

Robert Whytt, 1764, relaciona depresión mental con espíritu bajo, hipocondría y melancolía.

En 1808 Hacia el siglo XIX el término depresión va ganando terreno y se usa junto al de melancolía para designar a la enfermedad, mientras este último término siguió conservando su uso popular y literario.

Pueden encontrarse descripciones de la melancolía y sus síntomas en muchos registros literarios y médicos de la humanidad, aunque es la cultura griega clásica la primera en abordar explícitamente este trastorno del ánimo, sin recurrir a metáforas o descripciones literarias.

El melancólico es sensible, aunque poco reactivo; tiende al pesimismo y la pasividad.

Los síntomas comunes a todos ellos son el miedo, la desesperación y la misantropía.

Ishaq Ibn Imran, en el siglo X, en Bagdad describe en su Maqâla fî âl-Malîhûliyâ (Tratado de la melancolía, única obra árabe dedicada exclusivamente a este trastorno) que en estos pacientes hay sentimientos de angustia y soledad debidos a una idea irreal.

[17]​ Constantino el Africano (1020-1087), representante de la Escuela Médica Salernitana, traduce la obra de Ishaq Ibn Imran en el siglo XI, y asume que la melancolía puede aquejar al espíritu más que otras enfermedades somáticas.

La definición de la tristeza es (anticipando posteriores interpretaciones psicoanalíticas) la pérdida del objeto amado.

[22]​ Esta idea anticipa el ideal de la melancolía creativa, o de la spes thysica (capacidad creativa inducida por la tuberculosis en sus fases finales) desarrollados por el movimiento romántico varios siglos después.

La descripción de algunos enfermos resultó canónica, y por ello repetida durante decenios.

[24]​ Así sucede con Pedro Mercado, Luis Mercado, Francisco Valles o el propio Huarte de San Juan que se sumaron a una discusión al respecto en el siglo XVI en la que participaron figuras de talla intelectual, como Philipp Melanchton, Johann Wier, Forestus (Dubois), Jean Fernel, Altomari, Guainieri, Felix Platter o Ercole Sassonia.

Relacionados con Laurens, estuvieron Jourdain Guibelet y especialmente Jacques Ferrand ya de inicios del siglo XVII, que escribieron en francés Del humor melancólico y Melancolía erótica, respectivamente.

Pero la figura más importante del Renacimiento tardío o el Barroco (cercano al racionalismo del siglo XVII), en relación con la melancolía, fue Robert Burton (1577-1640), quien dedicó casi toda una vida a redactar su Anatomía de la Melancolía (publicada en 1621); es un largo ensayo médico y filosófico en el que resume todos los conocimientos habidos hasta esa fecha sobre el tema.

Puede localizarse, al modo clásico, en la cabeza, el cuerpo o los hipocondrios, y se acompaña en ocasiones de delirios o fantasías, de nuevo subrayando el miedo y la tristeza como síntomas principales.

Menciona cuatro tipos de melancolía, de acuerdo a su origen: La debida a una alteración en el cerebro, la originada por una mala función del bazo, una tercera que tiene su origen y efecto en todo el cuerpo y una última clase de melancolía "histérica", cuyo origen se encontraría en el útero.

William Cullen se dedica durante la segunda mitad del siglo XVIII a clasificar minuciosamente las enfermedades, incluyendo a la melancolía dentro del apartado de neurosis, o "enfermedades nerviosas", según la nueva nomenclatura fundada en los recientes hallazgos neurofisiológicos.

En las primeras décadas del siglo XX el concepto de depresión se desglosa en otros como ansiedad, histeria, hipocondría, obsesión, fobia, distimia o trastorno psicosomático y la OMS acota y define la depresión endógena o mayor como un síndrome orgánico cuya sintomatología nuclear abarca alteraciones del pensamiento y los impulsos, tristeza corporalizada y trastornos de los ritmos vitales, además de poder expresarse a través de distintos síntomas somáticos.

Durante el comienzo del siglo XVII, surgió en Inglaterra un curioso culto a la melancolía.

En las artes plásticas, la representación más famosa de esta aflicción es un grabado alegórico de Alberto Durero titulado Melancolía I; la obra incluye un cuadrado mágico y un cubo truncado, entre otros objetos simbólicos estudiados por Erwin Panofsky.

Sir Thomas Browne, con su Hydriotaphia y Urn Burial, y Jeremy Taylor, autor de Holy Living and Holy Dying son otros escritores representativos cuyos trabajos incluyen numerosas cavilaciones acerca de la muerte.

Pero es Robert Burton, con su Anatomy of Melancholy, quien nos brinda el más profundo y completo estudio de este fenómeno.

Paraliza la voluntad humana, retarda y pone inerte al hombre cuando intenta actuar.

Los que han pecado por acedia encuentran su morada eterna en el quinto círculo del infierno.

Melancolía , cuadro de Edgar Degas .
Ilustración de Leonardo da Vinci representando los cuatro humores hipocráticos . La teoría de los cuatro humores achaca un tipo de comportamiento al exceso o defecto de alguno de ellos. Así, aquellos individuos con mucha sangre se consideraban sanguíneos (emocionales), aquellos con mucha flema eran denominados flemáticos (equilibrados), aquellos con mucha bilis amarilla eran coléricos (irascibles, violentos), y aquellos con mucha bilis negra se denominaban melancólicos (apáticos, tristes).
Hipócrates es considerado el primer médico en describir clínicamente la melancolía o depresión.
Saturno devorando a sus hijos, de Pedro Pablo Rubens . Referencias significativas fueron las de dos religiosos. Evagrio Póntico (345-399), monje asceta apodado " el solitario " describe al acedioso en varios textos recogidos en la Filocalia , [ 13 ] ​ insistiendo en ese concepto de apatía conducente a la falta de diligencia. Isidoro de Sevilla (556–636) indicaba cuatro defectos derivados de la tristeza: el rencor, la pusilanimidad, la amargura, la desesperación; y siete de la acedia: la ociosidad, la somnolencia, la indiscreción de la mente, el desasosiego del cuerpo, la inestabilidad, la verbosidad y la curiosidad. Durante la Edad Media se gestan muchos de los simbolismos actuales sobre la depresión, como la relación entre Saturno y la melancolía. Debido a su posición orbital más lejana que Júpiter los antiguos romanos otorgaron el nombre del padre de Júpiter al planeta Saturno . Saturno ( Crono ) es capaz de otorgar poder y riqueza, pero solo a cambio de la felicidad. Este mito será desarrollado siglos después por Sigmund Freud , el padre del psicoanálisis. [ 14 ]
Escuela Médica de Salerno
Portada de la obra de Robert Burton , Anatomía de la Melancolía , de 1621.
Melancolía , de Domenico Fetti (1589-1623).
Fluoxetina, antidepresivo que ha traspasado la barrera académica para instalarse en la cultura popular a través del nombre comercial, Prozac o "la píldora de la felicidad".
The Scream Pastel
À la porte de l'éternité , de Vincent Van Gogh , 1890.