Arte precolombino

A la llegada de los españoles no todos los pueblos americanos se encontraban en el mismo estadio cultural, los había que poseían los atributos de la civilización y otros que se encontraban en una etapa evolutiva anterior.

[1]​ La denominación de «periodo clásico», comenzó con el desarrollo de la cultura maya hacia el 292 y terminó con su aparente decadencia hacia el 900, ha sido acuñada por quienes consideran que dicho periodo marca el máximo vértice del esplendor del arte prehispánico.

[5]​[6]​ La mayor parte del arte olmeca es naturalista, pero también se utiliza una rica iconografía que refleja un significado religioso, con criaturas antropomórficas fantásticas, a menudo altamente estilizadas.

El jade era un material particularmente precioso y sería utilizado como una señal de rango por las clases dominantes.

[17]​ Los curadores y estudiosos se refieren a las máscaras faciales de «estilo olmeca» —cabezas humanas lo bastante grandes en comparación con el cuerpo del personaje, una combinación de ojos hundidos, fosas nasales chatas y boca amplia en arco ligeramente asimétrica, con el labio superior grueso (el labio olmeca, que se ha relacionado con la forma de la boca del jaguar)[18]​ y un mentón pequeño, con a veces con una hendidura en la cabeza[19]​— pero, hasta la fecha, no se ha recuperado ningún ejemplo en un contexto olmeca controlado arqueológicamente.

Las muestras artísticas son muy complejas y aun hay muchos objetos que se están investigando.

En la zona del istmo de Tehuantepec también se desarrolló la cerámica, que en Barra, Locona y Ocós alcanza grandes alturas artísticas.

Construyeron gran cantidad de ciudades cuyo esplendor se extendió por varios siglos, como Kaminaljuyú, Tikal, Calakmul, Palenque, Copán y Chichen Itzá.

El arte maya se centra en la élite maya y el culto a los reyes divinos, y trata una variedad más amplia de temas que cualquier otra tradición de arte en América.

[22]​ Los mayas dejaron un amplio legado arquitectónico que incluye palacios, acrópolis, templos, pirámides y observatorios astronómicos.

La arquitectura maya también incorporó la escritura glífica y varias formas de arte, como la escultura en piedra.

Esculpieron artefactos que incluían desde cuentas y teselas finas, hasta cabezas talladas con un peso de 4,42 kg.

[28]​ La nobleza maya practicaba la modificación dental, y algunos señores llevaban incrustaciones de jade en sus dientes.

Además, esculpieron huesos humanos y de animales, así como conchas del género Spondylus.

Aunque la mayoría ya no existe, hay varios murales conservados —pintado en crema, rojo y negro— en las tumbas del periodo Clásico Temprano en El Caracol, Río Azul y Tikal, así como la serie de grandes pinturas del Clásico Tardío en Bonampak.

Otro colgante se compone de cuatro placas unidas unas a otras por argollas y rematadas por cuatro cascabeles alargados; la placa superior muestra una cancha de juego de pelota ritual con dos deidades que representan la eterna dualidad y un cráneo en el centro, la segunda es un disco solar, la tercera simboliza a la Luna y la cuarta a la Tierra.

Las piezas de Monte Albán constituyen la máxima expresión artística, técnica y estética del mundo prehispánico para muchos arqueólogos.

El arte mexica destaca por la monumentalidad de sus obras escultóricas en piedra, que sobresalen por su dramatismo y original belleza.

Estas prendas se utilizaban para ataviar las esculturas de los dioses, realizar ofrendas o como insignias militares.

En Colombia, cuya región montañosa es llamada para la América precolombina Región Intermedia, destaca el trabajo en oro y cobre de las culturas Quimbaya, Manabí, San Agustín, Esmeraldas, Chibcha, Calima y Tairona.

Las llamativas y coloridas figuras geométricas pintan escenas mitológicas, la creación del mundo, flora y fauna de la región que habitan los "indios" Kuna, también en Panamá se aprecia una cultura emparentada con la chibcha: la Cocle elaboradora de excelente metalurgia.

Se han encontrado piezas de esta cultura en regiones muy distantes a Ecuador.

Entre las expresiones artísticas más impresionantes del pueblo quechua se hallan los templos, los palacios, las obras públicas ("tambos", "collcas", pucaras, caminos, puentes, acueductos) y las ciudades-fortalezas estratégicamente emplazadas, como Machu Picchu.

Más aún, la extensión territorial hizo que diversas corrientes culturales se dieran paralelamente (y muchas veces estuvieran interrelacionadas), o bien que dichas corrientes se dieran diacrónicamente.

Por otra parte, la mayor parte del territorio, que siempre hasta la irrupción ibérica en el siglo XV estuvo difusamente poblado por etnias trashumantes que practicaban un modo de producción cazador recolector (las etnias con menor desarrollo tecnológico que habitaban las regiones del Gran Chaco, la región Pampeana, la Mesopotamia Argentina, la Patagonia y la Región Fueguina) han dejado cuantitativamente menos reliquias.

Entre los mapuches se ha desarrollado una interesante cerámica, una muy interesante industria-arte textil (aquí también quillangos, y ponchos, vinchas, fajas, matras) de una variada policromía armoniosamente dispuesta en los motivos tejidos o bordados, también han logrado cierta caracterización los mapuches por su arte lítica (por ejemplo, hachas rituales como las toki) o por la metalurgia, en especial la sobria aunque atractiva platería que suele adornar a las mujeres.

Las condiciones edafológicas y climáticas de las regiones pampeana, chaqueña y, sobre todo, mesopotámica así como el tipo de culturas que prehispánicamente se dieron en tales regiones (pueblos cazadores recolectores y/o horticultores itinerantes) así como el posterior disturbiado de los suelos (especialmente en el siglo XX) han hecho que nos llegaran pocas reliquias y de ellas, debido a la alteración sufrida por los yacimientos, una difícil ubicación temporal o que suela ser difícil relacionar los hallazgos con tal o cual etnia; en la región pampeana se encuentran vestigios datados en aproximadamente 9000 años a. C., tales vestigios son puntas de flechas y las características piedras redondeadas para confeccionar "bolas perdidas" y luego boleadoras, desde un cierto punto de vista tales elementos pueden no ser considerados arte sino "simples" artefactos utilitarios, sin embargo en el ámbito del territorio que actualmente es Argentina y pensando en términos de esas épocas, siempre conviene considerar el casi indisociable nexo objeto utilitario-arte e, incluso, religión.

En el extremo noreste de la región mesopotámica se encuentran hachas líticas circulares que parecen haber tenido precisamente esa triple función.

En el NOA se encuentra una región que reúne características fisiográficas semejantes a las de los Andes Centrales, la semejanza fisiográfica y, especialmente, los factores ecológicos hicieron que en esta zona se pudieran desarrollar poblaciones sedentarias, fijadas a la «madre tierra» por la agricultura intensiva de la papa, el maíz, los porotos, la quinoa etc.

En todos estos casos nos encontramos con artes que corresponden a culturas agroalfareras que encuadran dentro del término (muchas veces impreciso) de civilización, en efecto, es en el NOA que, ya antes del siglo I arqueológicamente se observan incontestables rasgos de civilización en el sentido más estricto: aparecen poblaciones estables en puntos (nodos) en los cuales se controla económicamente el riego, la agricultura y, con ellos, la circulación macrorregional de bienes entre los cuales se encuentran los alimentos y la información.

Arte precolombino
Pendiente antropomorfo. Museo Chileno de Arte Precolombino
América durante los siglos XVI y XVII : en amarillo y verde, la zona iberoamericana, en gris, los territorios ajenos a la conquista.
Diseño en una vasija del parque arqueológico de Los Naranjos.
Los «Gemelos» de El Azuzul en el Museo de Antropología de Xalapa ,
Pirámide del Sol , Teotihuacán.
Máscara de Monte Albán.
Piedra del Sol , Museo de Antropología de la Ciudad de México.
Varón sonriendo. Cerámica escultórica de la cultura moche.
Pequeña vasija antropomorfa en cerámica de la Cultura " Condorhuasi ".