Aleksandr Suvórov

Se hizo famoso por su manual La ciencia de la victoria y notorio por su dicho «Entrenar duro, luchar calmado».

Por la última victoria, Catalina II, la Grande, nombró a Suvórov conde del Sacro Imperio Romano.

La derrota significó una catástrofe de gran magnitud para el Imperio otomano.

Se dice que el comandante ruso envió un informe a su soberana que consistía en tres palabras (en ruso): La emperatriz rusa respondió de una forma igualmente breve: El recién nombrado Mariscal de Campo permaneció en Polonia hasta 1795, cuando volvió a San Petersburgo.

Abandonado a sus suerte por los austriacos, Suvórov necesitaba pasar con sus tropas a través de los Alpes hasta el Rin superior, retirando sus fuerzas hacia Vorarlberg, donde el ejército ruso, prácticamente ya deshecho, sin caballos ni artillería, tenía sus cuarteles de invierno.

Se le prometió oficialmente que se le darían honores militares por su triunfo en cuanto volviera a su patria, pero las intrigas de la corte llevaron al zar Pablo a cancelar la ceremonia, mostrando que seguía sin el favor del monarca pese a sus grandes triunfos alpinos.

Una simple inscripción en su sepulcro reza, conforme a sus propios deseos: «Aquí yace Suvórov».

Tuvo una gran simplicidad de maneras, y mientras estaba en campaña vivía como un soldado raso, durmiendo sobre la paja y contentándose con la paga más humilde, aunque pasó por todos los rangos del servicio militar.

Como hombre de acción, despreciaba a los favoritos ignorantes y a los caballeros ornamentales de salón, pero sus chanzas sirvieron en ocasiones para esconder y muchas otras para expresar un genio militar cuyo efecto permaneció largamente en el ejército ruso.

Fuera de San Petersburgo, se erigieron otros monumentos a Suvórov en Ochákov (1907), Sebastopol, Izmaíl, Tulchin, Kobrin, Ládoga, Jersón, Timánovka, Simferópol, Kaliningrado, Konchánskoye, Rímnik y en el Paso de San Gotardo en los Alpes suizos.

[5]​ El poeta Alejandro Shishkov dedicó un epitafio a Suvorov, mientras que Gavrila Derzhavin lo mencionó en Snigir (Camachuelo) y otros poemas, llamando a Suvorov "un Alejandro por proeza militar, un estoico por valor".

[6]​[7]​ En la literatura británica, Lord Byron caricaturizó a Suvórov en el séptimo canto de Don Juan.

En Guerra y paz, de León Tolstoi, el viejo príncipe Nicolás Bolkonski dice: "Suvórov no pudo con ellos, así que ¿qué posibilidades tiene Mijaíl Kutúzov?".

Tolstoi también se refiere a Suvorov más adelante en el libro.

Sello de la Unión Soviética , Aleksandr Suvórov, 1980 (Michel 5009, Scott 4878).
Las tropas del Generalísimo Suvórov cruzando los Alpes en 1799. Lienzo de Vasili Súrikov .
Monumento a Suvórov en el Paso de San Gotardo en los Alpes suizos.
Placa en honor a Suvórov en Svitavy , República Checa .