Otros filólogos como Pablo Pedro Astarloa sugieren una combinación del sufijo euskera *eta (Como en Arteta, Lusarreta, Olleta) con la raíz latina *nia utilizado en topónimos (como Romania, Hispania, Alemania).
[1] Otra teoría, desarrollada parcialmente por el jurista aragonés Joaquín Costa, relaciona ese sufijo con el bereber *ait, que significa tanto «hijo de» como «la tribu», o con *at, «gentes».
Según el historiador y arqueólogo Manuel Gómez-Moreno, el sufijo latino -tani corresponde al -scen íbero,[2] Por ejemplo los ausetanos (ausetani) que se autonominaban ausesken.
Los romanos también aplicaron este sufijo a otros pueblos del Mediterráneo occidental (Cerdeña y Sicilia), y en menor grado a los de la península itálica, donde sin embargo prevalece el sufijo -ates.
[3] Asimismo cabe considerar que muchas veces el sufijo quizá no sea -tanus, sino -anus, cuando la t forma parte de la radical, como en el caso de edetani (edet-ani) para Edeta o contestani (contest-ani) para Contextus.