François Viète (en latín, Franciscus Vieta) fue un abogado y matemático francés (Fontenay-le-Comte, 1540-París, 1603).François Viète también fue conocido en su época como súbdito del rey, reconocido por su lealtad y competencia.En 1576, entró al servicio del rey Enrique III, quien le encomendó una misión especial.En 1580, pasó al servicio exclusivo del rey en el Parlamento de París.Enrique de Navarra redactó varias cartas en favor de Viète, intentando que recuperara su puesto al servicio del rey, pero no se le escuchó.Viète dedicó esos años, apartado de la vida política, a las matemáticas.[2] En 1590, Enrique IV había hecho pública una carta del comendador Moreo al rey de España.Algunos matemáticos, entre los que se cuenta Cardano en 1545, utilizaban razonamientos geométricos para justificar métodos algebraicos..Así, la geometría parecía ser un instrumento seguro, y potente para resolver cuestiones algebraicas, pero la utilización del álgebra para resolver problemas geométricos parecía mucho más problemática.Viète no era el primero que proponía la notación de cantidades desconocidas con letras.Además, sus notaciones matemáticas son muy pesadas, y su desarrollo algebraico, que no consigue separar con claridad álgebra y geometría hace necesario un largo desarrollo en los problemas más complejos.Ocurrió poco tiempo más tarde que un embajador de los Estados se encontró con el rey en Fontainebleau.El rey gustó en enseñarle todas las curiosidades, y le mencionaba las gentes notables que había en cada profesión en su reino."Pero, Sire, le dijo el embajador, no tenéis ningún matemático, ya que Adrianus Romanus no menciona a un solo francés en el catálogo que hace".M. Viète había seguido al consejo, y se hallaba en Fontainebleau; acudió.Por la noche envió varias soluciones más a dicho embajador, añadiendo que le daría tantas como quisiera, ya que era uno de esos problemas cuyas soluciones son infinitas.Determinó a continuación las otras 22 soluciones positivas, las únicas admisibles en aquella época.Concluyó proponiéndole resolver el último problema de un tratado perdido de Apolonio, a saber: encontrar un círculo tangente a tres círculos dados.[5] Más adelante, Adriano Romano visitará a Viète en Fontenay-le-Comte, y entre ambos se forjó una buena amistad.