Vindicación de los derechos de la mujer

En ella, Wollstonecraft rebate la postura sostenida por los teóricos políticos y educacionales del siglo XVIII de que las mujeres no debían tener acceso a la educación.Los derechos de la mujer fue escrito apresuradamente como respuesta directa a los eventos que estaban teniendo lugar.Si bien la autora reclama igualdad entre los sexos en áreas específicas de la vida, tales como la moralidad, en ningún momento llega a afirmar explícitamente que hombres y mujeres sean iguales.Esta postura ambigua con respecto a la igualdad de sexos ha hecho que sea difícil clasificar a Wollstonecraft como una feminista, especialmente teniendo en cuenta que ni la palabra ni el concepto existían cuando ella escribió su obra.En Reflexiones sostiene que los ciudadanos no tienen el derecho de rebelarse contra su gobierno, ya que la civilización es el resultado del consenso social y político y sus tradiciones no pueden ser constantemente cuestionadas.Los derechos, según la autora, se deberían otorgarse porque sean justos y sensatos, independientemente de si responden a la tradición o no.Una educación pública es apropiada para ellos: pronto les pone frente a los ojos todas las escenas posibles de la vida, sólo las proporciones cambian.[8]​ Wollstonecraft no empleó en sus propios trabajos la argumentación formal o la prosa de estilo regido por la lógica, común en la escritura filosófica del siglo XVIII.La obra adopta, además, un tono híbrido que combina el argumento racionalista con la retórica apasionada del sentimentalismo.[11]​ Pero demasiada sensibilidad podía tener también un efecto paralizante: como el investigador G. J. Barker-Benfield explica, "un refinamiento innato de los nervios se asociaba también con mayor sufrimiento, debilidad y susceptibilidad al trastorno".[12]​ La sensibilidad, que en un principio parecía prometer una reunión solidaria entre individuos, era ahora considerada "profundamente separatista".Las novelas, dramas y poemas que se valían del lenguaje de la sensibilidad reivindicaban los derechos individuales, la libertad sexual y unas relaciones familiares poco convencionales que se basaban exclusivamente en los sentimientos[13]​ Además, como Janet Todd, otra especialista en la sensibilidad en la Inglaterra del siglo XVIII, sostiene "para muchos en Gran Bretaña el culto a la sensibilidad parecía haber provocado la feminización de la nación, haber dado una importancia inmerecida a la mujer, y haber castrado al hombre.O, en otras palabras, dar al individuo la posibilidad de adoptar unas costumbres en la virtud que le proporcionarán la independencia.En el capítulo 12, "Sobre la educación nacional", propone que los niños sean enviados a la escuela durante la jornada escolar y que también reciban parte de su educación en casa "para inspirarles el amor al hogar y a los placeres domésticos", y que esas escuelas sean gratuitas para los niños "de los cinco a los nueve años de edad".Esto implicaba, por ejemplo, que tanto hombres como mujeres—y ya no solamente las mujeres—debían ser recatados[32]​ y respetar la santidad del matrimonio.– Apelo a su lucidez y, como su semejante, pido, en nombre de mi sexo, que se despirte algún interés en sus corazones.Hasta que las mujeres no superen sus deseos y comportamientos carnales, serán las rehenes de sus cuerpos."[48]​ Claudia Johnson, una destacada especialista en Wollstonecraft, se ha referido a Los derechos de la mujer como "un manifiesto republicano".También sugiere escuetamente que todo hombre y mujer debería ser representado en el gobierno.[57]​ Sin embargo, de la crítica a la riqueza que hace Wollstonecraft no se desprende paralelamente su simpatía hacia los pobres."[63]​ Solamente una página después, tras criticar duramente el plan para la educación femenina propuesto por Rousseau, escribe "Debo buscar alivio componiendo una imagen diferente.A pesar de que asegura escribir en un estilo sencillo para que sus ideas puedan alcanzar a la audiencia más amplia posible,[65]​ en realidad la autora combina el lenguaje simple y racional propio del tratado político con el lenguaje poético y apasionado de la sensibilidad, para así demostrar que racionalidad y sensibilidad pueden fusionarse armonicamente.[67]​ Frecuentemente, compara a las mujeres con esclavos, porque su ignorancia y desvalimiento las coloca, según la autora, en la misma posición.Además, la "debilidad" femenina ha "corrompido al hombre", tal y como les ha sucedido a los ricos.Una vez acabado su trabajo, escribió a su amigo William Roscoe: "me siento decepcionada conmigo misma por no haberle hecho justicia al contenido.[73]​ La autora cambió algunos de sus postulados sobre las diferencias entre el hombre y la mujer para abogar por una mayor igualdad entre sexos.[83]​ Un crítico menciona el "ingenioso poema" con su "sarcasmo a golpe de hilarantes ocurrencias" contra "estas mujeres modernas nuestras,"[84]​ mientras que otros lo encuentran "una obra tediosa y sin vida.Tanto Edgeworth como Austen sostienen que las mujeres son cruciales para el progreso de la nación.Sin embargo, los lectores que lo aborden desde esa postura se sorprenderán al encontrarlo esencialmente serio, moral sobremanera y, a pesar de todo, bastante intenso".[93]​ No obstante, existen indicios para pensar que Los derechos de la mujer esté influenciando al feminismo actual.
Tres mujeres sentadas al rededor de una pequeña mesa. Una de ellas cose. Otra permanece sentada en frente de una pequeña taza. La representación de las tres roza lo espeluznante. Parece que la tercera mujer tuviera dos cabezas, pero también podría ser que hubiera una cuarta mujer. Las cabezas de las tres mujeres parecen no encajar con naturalidad a sus cuerpos. La gama de colores empleada en el cuadro consiste en carmín y marrón oscuros y color sepia.
La debutante (1807) de Henry Fuseli ; "La mujer, víctima de las convenciones sociales masculinas, permanece atada a la pared, obligada a coser bajo la supervisión de sus ayas. El cuadro refleja la postura sostenida por Mary Wollstonecraft en Los derechos de la mujer [ sic ]". [ 28 ]
En la página dice "UNA VINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER: CON REFLEXIONES SOBRE ASUNTOS POLÍTICOS Y MORALES. POR MARY WOLLSTONECRAFT. EDITADA EN BOSTON, POR PETER EDES PARA THOMAS Y ANDREWS, Faust's Statue, No. 45, Newbury-Street, MDCCXCII."
Portada de la primera edición americana de Los derechos de la mujer
Retrato de medio cuerpo de una mujer, posiblemente embarazada, ataviada con un vestido blanco, que dirige su mirada hacia la izquierda.
Mary Wollstonecraft por John Opie (c.1797)