Vicente Benavides

En este último alcanzó el grado de sargento, participando luego en la división auxiliar enviada a los patriotas de Buenos Aires (1811) bajo la dirección del coronel Pedro Andrés del Alcázar.

Sin embargo, es durante este periodo cuando deserta de las filas patriotas, al parecer, influido por los malos tratos que le habrían infligido los hermanos de este último, bien por el delicado estado que asumía la guerra en ese mismo momento.

Pese a lo anterior, influyentes amistades logran salvarlos del cadalso –por lo menos temporalmente– ya que dos o tres meses más tarde ambos serían furtivamente fusilados a las afueras de Santiago, esta vez por orden directa del Director Supremo.

Sin embargo un hecho providencial salvó la vida del joven realista, pese a que la trágica muerte de su hermano y las graves heridas propinadas por sus verdugos lo dejaron al borde de la muerte.

Por mucho tiempo, se ha querido ver en este hecho fortuito la trama de una negociación oculta entre Benavides y los fusileros, sin embargo, resulta imposible admitir dicha posibilidad en vista a los nefastos resultados que este incidente trajo para su vida.

Una vez allí, logró reunirse finalmente con su mujer y algunos amigos, todos los cuales se dedicaron a cuidar de él, ocultándolo de la justicia durante su recuperaración, permitiéndole luego regularizar su situación en el país.

Es a partir de este lento avance hacia La Frontera cuando Benavides rompe su situación pactada con San Martín, reintegrándose al ejército realista en el preciso momento en el que Sánchez dejaba la región rumbo a Valdivia, dejándolo al mando de la población civil y una pequeña partida de 50 hombres, con los cuales se pretendía hacer frente al ejército patriota.

[15]​ Así, su fuerza se vio reforzada por inexpertos pero constantes contingentes de milicias, asentadas sobre la base de una alianza con algunas confederaciones mapuche, la férrea organización y la administración de las poblaciones emigradas, así como a por el abundante botín capturado en sus incursiones y correrías, las que ya en 1821 se entablaban en el plano del corso y la piratería.

[16]​ Por su parte, la deserción patriota se hacía cada vez más recurrente, al igual que el desabastecimiento y la descoordinación de sus líderes.

Es precisamente bajo estas condiciones, cuando se produce la violenta arremetida realista de mediados de 1820, destinada no sólo a aniquilar las fuerzas patriotas, sino a avanzar sobre la misma capital santiaguina, diezmada en aquel momento por la pobreza y la inseguridad que dejaban la inestabilidad política y los escollos de la famosa expedición al Perú.

En su mejor momento Benavides logró unificar bajo su mando las fuerzas de varios guerrilleros realistas, gracias a su victorias muchos prefirieron quedar bajó su mando, por lo que al momento de tomar Concepción sus fuerzas alcanzaban los 1.751 tropas regulares y 2.400 milicianos.

El comandante patriota, Ramón Freire, abandona la ciudad y se retira a la inexpugnable plaza de Talcahuano, lugar desde donde resiste por casi dos meses.

La ciudad fue recuperada por los patriotas y la hueste de Benavides se repliega desperdigadamente a territorio araucano.

Ese día Benavides entraba por la alameda de la ciudad, rumbo a la cárcel pública, sufriendo vejatorias humillaciones por parte del pueblo y la oficialidad.

La cabeza de Benavides ensartada en un poste.