En la Antigüedad, muchas culturas como los egipcios, babilonios, persas y asirios mostraron rechazo hacia el falso testimonio.
Uno de los diez mandamientos dictados por Dios en las tablas que entrega a Moisés prohíbe levantar falso testimonio.
Asimismo, el código Hammurabi contiene un capítulo dedicado a este, en la academia aún se discute la veracidad de esta afirmación.
Ambos son considerados dolosos (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
[cita requerida] Posteriormente, en los años ochenta, el dar testimonio de hechos traumáticos adquiere una fuerza muy importante debido a todos los estudios sobre memoria en los que se trabajaba (guerras, genocidios, desapariciones, etcétera).
En América Latina la Institucionalización del testimonio se da después de la Revolución cubana (años sesenta), debido a que se le considera como una herramienta que da voz a diferentes actores en la lucha por el poder en la esfera pública.
En algunos casos, los mentirosos pueden mostrarse más colaborativos y menos nerviosos, debido a que pueden estar más enfocados en la impresión que están causando y por tanto, experimentando una mayor carga cognitiva al mantener la falsedad de su declaración.
Para evaluar la veracidad, los indicios fisiológicos y la actividad cerebral son importantes, registrando los cambios psicofisiológicos al formular preguntas relacionadas con el hecho en cuestión.
Aunque el polígrafo se utiliza como una herramienta para detectar mentiras, tiene sus limitaciones, como lo es la posibilidad de que los individuos engañen al aparato mediante artimañas físicas o mentales, además de que el estado mental y la personalidad del individuo influyen también en los resultados.
Sin embargo, existen ciertas personas quienes tienen el derecho de omitir su testimonio debido a su profesión como los médicos o los ministros religiosos.
[17] El testimonio relata una experiencia singular en que los hechos son narrados de manera subjetiva y pasional.
Dicho en otras palabras, testigo se refiere a una persona que está presente mientras ocurre algún suceso sin la intención de estarlo.
Con el testimonio o declaración que da un testigo, se busca impresionar al oyente u atraer a la comunidad.
Encontramos factores del suceso externo (iluminación, colores, velocidad, tiempo, distancia...) y factores del suceso interno (atención de la persona, es decir, que diferentes personas bajo las mismas circunstancias podemos percibir la misma realidad de forma diferente).
El testimonio es considerado un género literario supeditado a la literatura en forma de narraciones, relatos o crónicas, por ejemplo en las escritas por los frailes y por algunos soldados en Hispanoamérica.
[25] Estas personas al emitir su testimonio se dejan llevar por sus pasiones, exigen atención, usan en gran medida hipérboles y exageran los acontecimientos.
Estos recuerdos o narraciones, es decir "vistas del pasado", son construcciones porque el tiempo pasado no se puede eliminar, siendo un perseguidor que esclaviza o libera, que va a tomar sentido y será interpretable en el presente al organizarse a través de los procedimientos de la narración.
[26] Las diferencias pueden ser observadas al comparar fragmentos del libro "Confesiones" (Les Confessions en francés) de Jean-Jacques Rousseau, con un testimonio oral.
El testimonio es considerado en una forma alternativa de narrar la historia contraponiéndose al discurso oficial historiográfico del poder.
La relación del testimonio con la memoria y la historia han estado acompañadas por ciertos acontecimientos traumáticos que forman parte de su interpretación.
Es decir, los acontecimientos traumáticos son aquellos que por su intensidad generan en el sujeto incapacidad de responder, provocando trastornos diversos en su funcionamiento social.
La verdad no existe bajo este contexto ya que los sujetos se vuelven cognoscibles y muchas verdades son posibles, por lo tanto convierte cualquier testimonio como "verdadero".
Así, la temporalidad lingüística se realiza en el universo intrapersonal del locutor, como experiencia subjetiva.
El testimonio según Giorgio Agamben es una intimidad traumática que surge del contacto personal con una realidad inhumana.
También sirve como regresor de la memoria coyuntural del pasado, completado por testimonios alternos y recabado por el interesado en la narrativa.
[46] Beatriz Sarlo hace una crítica de la autoridad y los privilegios que, sobre todo desde la investigación histórica, se le han dado al discurso testimonial.
Así, Sarlo objeta el discurso en primera persona como un medio para llegar a la verdad y critica la validez inapelable con que ha sido tratado, sobre todo desde la investigación histórica, sugiriendo que la enunciación testimonial debe ser desplazada a otras formas de discurso (novela, ensayo, biografía, autobiografía, etc.) que lo expresen y contengan sin presentarse como poseedores de verdad ni apelar a la confianza absoluta de sus lectores.
Yúdice ve al testimonio como una forma posmodernista de resistencia, siendo propio del Tercer Mundo.
[51] Sin embargo, considera que su función más importante «es servir de vínculo solidario entre diversas comunidades».
Así pues, su política cultural «atraviesa fronteras e identidades establecidas en pro de una formación democratizadora».