Pertenece al género testimonio cuyo objetivo fue denunciar los maltratos y las atrocidades a los que están sometidos los indígenas guatemaltecos.
Aunque la historia se centra en su vida y la de su comunidad indígena, hace eco a la situación similar en la que se encuentran otras comunidades indígenas de toda América Latina.
Menchú cuenta las ceremonias y tradiciones de su comunidad que celebran el mundo natural.
Pero la gente indígena lucha para sobrevivir en las miserables condiciones a merced de los ricos terratenientes.
Después de esto, Menchú se involucra más en la causa campesina, y por ello es forzada al exilio desde el cual, más tarde, colaboraría con Burgos para publicar Me llamo Rigoberta Menchú.
[3] El testigo se mueve a narrar por situaciones de urgencia política y social.
[3] La situación del narrador en los testimonios tiene que ser representativa de una clase o grupo social.
[3] Los narradores representan un grupo social marginado y expresan las injusticias que sufren.
[4] Para mucha gente, “inauguraba un nuevo género capaz de desafiar, desde la subalternidad, la literatura en su sentido convencional.”[4] En 1982, Me llamo Rigoberta Menchu ganó el premio Casa de Las Américas en la categoría Testimonio.
[4] Al contrario de lo que dice Menchu en su testimonio sobre su desconocimiento del idioma español durante su infancia y adolescencia, Stoll declara que en realidad, Menchu aprendió a leer y escribir en dicho idioma desde muy joven pues asistió a una escuela secundaria privada de monjas católicas donde quedaba interna por meses, esto último torna muy improbable que en esos años Menchú fuera jornalera en una plantación o crease una red de activismo político como indica en el libro.