En el Popol Vuh se registra este hecho como parte de las conquistas entre comunidades en el año 1425 hasta 1470 con Quikab el Grande.
Zaculeu es muy conocido, el sitio estuvo ocupado durante un período muy largo, de aproximadamente 1,200 años, desde el Clásico Temprano hasta el Postclásico Tardío.
Por su parte, la actual división entre los municipios de Chiantla, Huehuetenango y San Sebastián probablemente corresponde a la antigua frontera norte del señorío.
En realidad, estos dos documentos no pueden ser considerados como fuentes independientes y complementarias, puesto que el segundo de ellos parece haber sido redactado según la historia 'oficial' representada por el Popol Vuh.
Tal como se afirmó en el ensayo sobre los quichés, no procede un parangón con la historia occidental moderna, pues la de aquellos grupos estaba muy ligada a la cosmología.
Es evidente, además, que tales 'historias' estaban al servicio del estrato dominante y bajo su control.
De Malacatán los españoles marcharon a Huehuetenango, lugar que encontraron deshabitado y sin provisiones.
Tomaron tres prisioneros, entre ellos Sahquiab, uno de sus dirigentes militares, quien les informó que toda la población estaba atrincherada en Zaculeu.
Los naturales atrincherados en Zaculeu hicieron todavía una nueva acometida a campo abierto con un ejército de 8,000 hombres, pero no lograron sus objetivos.
Gran parte de la región permanece todavía remota e inaccesible, un lugar escarpado donde la gente del pueblo viaja mucho a pie.
Si se observa dicho mapa se puede comprobar que el tercio sur correspondía a Totonicapán, y los restantes dos tercios en el norte eran lo que entonces se conocía como Huehuetenango, un extenso territorio atravesado por la Sierra de los Cuchumatanes desde Motozintla (San Francisco Motozintla) en el oeste hasta Uzpantlán (Uspantán) al este, y desde Sacapulas al sur hasta Ystatlán (San Mateo Ixtatán) al norte.
Tal como sucede respecto del `salvaje noble', buscar solo indígenas que se ajusten a nuestros argumentos e ideologías es una ilusión que no sirve propósito útil alguno, sea éste académico o de otra naturaleza.
Pero ignorar totalmente la dinámica de la resistencia, especialmente cuando es la supervivencia maya la que se encuentra todavía amenazada, es una injusticia aún mayor.
No se le ha dado la suficiente importancia al hecho de que se organizaron ejércitos indígenas, que los nativos forzaron a los españoles al combate, pelearon valientemente y provocaron retrasos y hasta retiradas en el avance de la Conquista.
La guerra, la enfermedad y la explotación, todos estos hechos juntos, cobraron un alto precio en vidas indígenas.
Los que mantenían su residencia en los pueblos a menudo lo hacían agrupándose en las unidades planificadas por los españoles, pero separados como en la época prehispánica.
En la década de 1770, los idiomas que más se hablaban eran el cakchiquel (30.17%), el quiché (18.73%), el chortí (9.57%), el kekchí (7.36%), el pokomam (7.30%), el xinca (7.09%) y el mam (6.48%).
El presbítero Domingo Juarros mantenía igual criterio en aquella época, y sostenía que la castellanización de los naturales era beneficiosa no solo para su catequización, sino también para su bienestar temporal, pues mediante el castellano podían exponer por sí mismos sus quejas ante los jueces y expandir su actividad comercial en un mayor ámbito geográfico.
En las postrimerías del período colonial, la situación de los indígenas experimentó algunos cambios con respecto a los dos siglos anteriores.
El primero de ellos fue una lenta pero sostenida recuperación demográfica, ocurrida en el último cuarto del siglo XVIII.
En relación con la organización social, aún existían las parcialidades, los principales y el cacicazgo, este último en decadencia.
El INI tuvo como antecedentes una serie de organismos gubernamentales cuyo objetivo principal era la “integración del indígena” al proyecto nacional.
Las investigaciones lingüísticas realizadas durante estos recorridos cumplieron un papel clasificatorio, con el fin de ubicar las lenguas indígenas habladas en la costa y la sierra.
Por vez primera se crea el Consejo Indígena Mam de Tapachula bajo la figura jurídica de Asociación Civil la cual fue organizada, capacitada y los estatutos elaborados por el Profesor y LD Vidal Ortiz Pérez contando con la aportación económica del entonces Presidente Municipal Lic.
Los religiosos, por su parte, intentaban ir más allá de las reflexiones sobre los problemas macroeconómicos y buscaban alternativas para las problemáticas locales.
No todos los socios de estas cooperativas asumen la misma actitud con respecto al rescate del pasado.
Ahora, estos campesinos han entrado en contacto con un mercado alternativo, más allá de sus fronteras.
Caso contrario habría una movilización masiva de los comunitarios contra los que no respeten las normas locales.
La persona que no acate esa norma comunitaria, se le aplica una sanción de 1,000.00 Quetzales (2009).
En otras comunidades se recomienda no jugar con las semillas de las plantas medicinales, ya que tienen un valor curativo.