Sinfonía n.º 35 (Haydn)

En aquella época se solía emplear un fagot para amplificar la voz del bajo, incluso sin una notación separada.

En cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[7]​ Hartmut Haenchen a favor;[8]​ Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.

No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.

El primer tema, exuberante e insólitamente italianizante, reaparece en numerosos contextos diferentes; como era su costumbre, el compositor la varía cada vez.

La alegre melodía del primer tema se ve sometida a una tensión considerable en esta sección de desarrollo, donde abunda una magistral escritura contrapuntística que parece azotar la música con furia y agitación.

El desarrollo se inclina cada vez más hacia el tono menor a medida que progresa.

El movimiento lento prescinde de los vientos ya que está escrito solamente para cuerdas, con una orquestación ligera.

Juega con tres golpes (tónica–dominante–tónica) que inician la exposición y son trabajados con extensión durante el desarrollo.

[11]​ Haydn repite aquí la estratagema de repetir el principio al final que empleó en el Andante.

La ruptura de las convenciones resulta más fuerte dado que ya hemos escuchado "los mismos" acordes al finalizar la exposición, donde se mantuvieron en la tónica como un gesto convencional.

Haydn hacia 1770.