Segundo arbitraje de Viena

Rumanía, por el contrario, se vio favorecida por el reparto territorial estipulado en los acuerdos de paz firmados en Versalles.

Hungría, por el contrario, mantuvo una intensa posición revisionista para lograr la recuperación parcial o total de las regiones perdidas.

Los dos países que se disputaban Transilvania solicitaron, en vano, la mediación de las potencias del Eje.

[2]​ La posición italiana, por el contrario, era más favorable a los deseos húngaros,[2]​ pero Roma rechazaba que el gobierno magiar resolviese por la fuerza el conflicto territorial.

[3]​ Como a finales de 1937 Berlín seguía indicando que Budapest debía esperar a una generación futura para poder tratar el problema transilvano y centrarse en las reivindicaciones con Checoslovaquia, la política exterior húngara de 1938 se dividió en dos facetas: la utilización del apoyo alemán contra los checoslovacos, y utilizar el apoyo italiano, más favorable acerca de Transilvania, contra Rumanía.

[6]​ En efecto, los deseos revisionistas húngaros sometieron cada vez más la política exterior de Budapest a la tutela alemana.

[7]​ Interesadas en las materias primas rumanas y satisfechas con la transformación autoritaria de la política interior del país que podría conducir a un acercamiento al Eje, las dos naciones no deseaban avivar el conflicto por la región en disputa.

[8]​ El gobierno húngaro dirigido por Teleki despreció la garantía fronteriza francobritánica otorgada en abril a Rumanía.

[10]​ En realidad, Hungría no contaba con la fuerza bélica suficiente para enfrentarse al país vecino, a pesar de sus declaraciones amenazantes.

[10]​ Quedó clara la voluntad alemana de no permitir cambios territoriales contrarios a sus intereses en el sudeste europeo, la involucración del Eje en la disputa transilvana y la subordinación de la política exterior húngara al Eje.

[11]​ Los húngaros, por su parte, continuaban preparando[13]​ el asalto militar a Transilvania y las actividades diplomáticas[14]​ para justificarlo.

[19]​ Para lograr el apoyo de las potencias del Eje a su posición respectiva, tanto Hungría como Rumanía realizaron crecientes concesiones económicas y políticas a Berlín y Roma[19]​; la derrota militar francesa en mayo de 1940 alarmó a la élite política rumana que aún contaba con la garantía militar francobritánica para salvaguardar las ganancias territoriales obtenidas en 1919, pero al ser vencida Francia los políticos rumanos —incluyendo al rey Carol— buscaban un acelerado "acercamiento" con el Eje italoalemán y se mostraban dispuestos a toda posible concesión.

[20]​ El 17 de junio de 1940, mismo día que Francia solicitaba el armisticio a Alemania, el ministro de Asuntos Exteriores soviético Mólotov comunicó al embajador alemán von der Schulenburg que la Unión Soviética había despachado «enviados especiales» a las repúblicas bálticas para «acabar con las intrigas anglo-francesas que intentaban sembrar la discordia entre Alemania y la Unión Soviética en los Estados Bálticos».

[21]​[22]​ La primera se encontraba, según el Pacto Ribbentrop-Mólotov en el área soviética,[23]​ no así la segunda, que nunca había pertenecido al Imperio ruso; finalmente, Stalin aceptó conformarse únicamente con el norte de la provincia.

[30]​ El día 28, las tropas soviéticas comenzaron a ocupar los territorios cedidos,[25]​ operación que finalizó el 3 de julio.

[27]​ Carol intentaba por todos los medios congraciarse con Hitler para evitar tener que ceder a las pretensiones territoriales húngaras y búlgaras.

[37]​ A ninguna de las dos potencias del Eje le convenía un conflicto en los Balcanes que le privase de materias primas esenciales para su producción bélica y, por tanto, aconsejaron moderación y negociación a los dos países.

[45]​ Las negociaciones sobre una región considerada por la opinión pública rumana como la «cuna» de la nación fueron mucho más complicadas que las celebradas sobre la Dobrudja.

[46]​ La minoría alemana de la región, además, se mostraba rotundamente contraria a la partición territorial.

[43]​ Al día siguiente, Budapest envió una nota a Bucarest en la que proponía una división en partes prácticamente iguales de Transilvania, sugerencia también inaceptable para los rumanos.

[50]​ Estancadas las conversaciones ya el 19 de agosto, los representantes regresaron a sus capitales para consultar con sus Gobiernos respectivos;[49]​ ambos solicitaron nuevamente la mediación alemana,[50]​ que fue una vez más denegada.

[44]​ Al retomarse las conversaciones el día 24 y constatarse que ninguna de las partes había cambiado su postura, la delegación húngara les puso fin.

[51]​[33]​[52]​[49]​ Para entonces los rumanos estaban dispuestos a ceder hasta 25 000 km² mientras que los húngaros reclamaban más del doble.

[33]​ La primera concentró grandes fuerzas a lo largo del Prut, al tiempo que Hungría reunía[53]​ veintitrés divisiones cerca de la frontera común.

[31]​[58]​[53]​ El 28 de agosto, despachó a los ministros de Asuntos Exteriores alemán e italiano para que se reuniesen en Viena con sus colegas húngaro y rumano el día 29[55]​ e intentasen acabar con la crisis y evitar la guerra.

[62]​ Para facilitar la aceptación rumana, Ribbentrop ofreció una garantía alemana a las nuevas fronteras,[63]​[62]​ oferta que ningún otro país de la región había recibido.

[74]​ La Unión Soviética no aceptó de buen grado el acuerdo, del que fue excluida, y hubo duros intercambios diplomáticos entre alemanes y soviéticos, que se prolongaron a lo largo del otoño de 1940.

[72]​[74]​ Tanto el arbitraje como la garantía territorial a Rumanía —dirigida claramente contra Moscú—[75]​ y el posterior envío de tropas infringían el artículo tercero del pacto entre las dos potencias, que exigía la consulta entre ellas.

[76]​[92]​ Hitler se aseguraba el flanco sur para su próximo ataque a la URSS,[72]​ el control del Danubio y del acceso a las materias primas de los Balcanes y resultó el claro beneficiario de la crisis.

[82]​ En la parte que permaneció en manos rumanas, la administración también aplicó medidas opresivas contra la población magiar.

Pérdidas territoriales húngaras por el Tratado de Trianon de 1920. Los sucesivos Gobiernos húngaros del periodo de entreguerras centraron su política exterior en la recuperación de estos territorios.
La «Gran Rumanía» surgida de la Primera Guerra Mundial , con numerosas minorías, entre ellas la magiar y la minoría alemana de Transilvania .
Molotov , ministro de Asuntos Exteriores soviético, presentó el ultimátum a Rumanía que obligó a esta a ceder Besarabia y el norte de Bucovina ante la falta de apoyo alemán.
Ciano , ministro de Asuntos Exteriores de Italia , tradicional partidario de la revisión de los tratados de paz y aliado de Hungría .
El ministro húngaro de Asuntos Exteriores rubricando el documento del arbitraje.
El rey Carol II de Rumanía , que hubo de abdicar ante el resultado del arbitraje, que sellaba el fracaso de su política de neutralidad en la rivalidad entre grandes potencias.
Las pérdidas territoriales rumanas del verano de 1940. El cúmulo de cesiones precipitó la abdicación de Carol II y la formación del Estado Nacional Legionario con el general Ion Antonescu al frente.
Mapa de la expansión territorial húngara entre 1938 y 1941. La Transilvania septentrional obtenida en el segundo arbitraje vienés aparece en verde a la derecha del mapa.