Sapientiae christianae

Así, entre otras encíclicas publicó la Quod apostolici muneris (1878), mostrando la incompatibilidad del socialismo con la fe católica; Diuturnum illud (1881); sobre la necesidad de respetar la autoridad civil, en Diuturnum illud (1881); sobre la constitución cristiana del Estado, en Immortale Dei (1885); y sobre el verdadero sentido de la libertad en Libertas praestantissimum (1888).También algunas de esta ideas son utilizadas por el papa al referirse a la actitud que deben adoptar los católicos, ante la situación en Bélgica, Licet multa (1881), en España, Cum multa sint (1882); en Italia, Etsi Nos (1882), en Francia, Nobilissima Gallorum gens (1884); en Alemania, Iampridem (1886);en Hungría, Quod multum (1886); y en Portugal, Pergrata (1886).Esto no supone rechazar la autoridad del Estado, pues como recuerda la doctrina apostólica hay que estar "sujetos a los príncipes y potestades que les obedezcan, que estén dispuestos a hacer el bien"[2]​, y al mismo tiempo, no renunciar a la libertad de vivir el evangelio, como declara San Pedro: "Si es justo delante de Dios, juzgadlo vosotros mismos.También corresponde a la Iglesia gobernar la conducta de los cristianos, señalando que es necesario hacer o evitar para conseguir la salvación.Sin embargo, la iglesia no puede ser indiferente a las leyes que rigen los estados, especialmente si invaden los derechos de la Iglesia; además a ella corresponde procurar que las verdades del evangelio vivifiquen las leyes e instituciones de los pueblos.