Quod multum

La liberación de Buda permitió que, un siglo después, en 1784, la capital volviese a Buda, que se había unido el año anterior con las ciudades de Óbuda y Pest para integrar Budapest.Siendo finalmente recuperado por los Habsburgo, con la ayuda de la Liga Santa formada, bajo los auspicios del papa Inocencio XI, por el Sacro Imperio Germánico, Polonia y Venecia; concluyendo la reconquista de Hungría con la victoria del sultán turco en Zenta (1697).[1]​ No obstante, en el momento en que el papa escribe está encíclica, Hungría aunque formando parte del imperio austro-húngaro, gozaba de una gran autonomía en la política interior; y es precisamente esta política la que configura el marco social y religioso en que se encuadra la exhortación del papa.También en estos momentos, considera el papa, la religión proporciona el verdadero remedio contra los efectos nocivos que supone el racionalismo y el naturalismo.Tras recordar este mensaje, ya expuesto ampliamente en otras de sus encíclicas -especialmente en Diuturnum illud- la encíclica señala la necesidad que tiene la Iglesia de disponer de plena y total libertad para ejercer sus funciones; por esto ante una legislación que limitan esa libertad de acción, hay que procurar su abrogación y, mientras se mantengan corresponde a los obispos poner los medios para que perjudiquen lo menos posible a la salvación de los fieles.