Provocado a entrar en guerra por un insulto diplomático, Solimán el Magnífico (r. 1520-1566) atacó al reino de Hungría y capturó Belgrado en 1521.
[1][2][3] La victoria de Mohács no les dio a los otomanos la seguridad que querían.
Buda quedó indefensa; sólo los embajadores francés y veneciano esperaron al sultán para felicitarle por su gran victoria.
La muerte del rey Luis II sin heredero causó un grave conflicto y los últimos tres meses del año 1526 estuvieron marcados por un vacío de poder; la autoridad política estaba en un estado de colapso.
[8] A finales de 1527 Zápolya, que había perdido mucho poder y control sobre los territorios húngaros, se refugió con su antiguo cuñado el rey polaco Segismundo I Jagellón el Viejo, que una década antes había estado casado con Bárbara de Zápolya, su hermana mayor.
Esto proporcionó a los húngaros el ímpetu suficiente para continuar resistiendo la ocupación otomana, lo que hicieron durante otros setenta años.
Con Hungría bajo control, Solimán pudo dirigir su mirada a una de sus mayores ambiciones: Viena.
Soleimán regresó a Mohács, donde se reunió por voluntad suya con Zápolya, quien, en el transcurso de una solemne audiencia, debió arrodillarse y besarle la mano siendo reconocido como rey de Hungría y, en consecuencia, como vasallo del Imperio otomano.
1] Tras un breve asedio, la ciudad fue tomada y sus habitantes esclavizados, pero a diferencia de la vez anterior, los jenízaros tenían prohibido el pillaje.
1] A pesar de sus aplastantes victorias en Hungría, Solimán aún no había establecido plenamente su autoridad en la región.
6] Al fracasar los esfuerzos diplomáticos para frenar el avance otomano, los cristianos tuvieron que ponerse a la defensiva.
Fernando intentó también que el sultán perdiese su confianza en Juan I, pero no lo consiguió.
El sultán ordenó que se crease una organización político-administrativa en la región central designando un pachá al frente de ella.
Los campesinos huyeron hacia los bosques y pantanos, formaron bandas guerrilleras, denominadas tropas Hajdú.
14] Una vez más, la campaña comenzó de la mejor manera posible para los otomanos, quienes tomaron una fortaleza tras otra en Eslavonia y en la Hungría leal a Fernando.[Cl.
Este nuevo éxito contra los cristianos puso fin a las ambiciones de Fernando sobre Hungría, que permaneció en manos otomanas hasta 1686.
La subsiguiente guerra casi constante requirió un compromiso sostenido de las fuerzas otomanas, que el propio reino ocupado, en gran parte rural y devastado por la guerra, no podía proporcionar, drenando los recursos del Imperio.
En 1566, cuando Solimán tenía 72 años, Maximiliano II de Habsburgo, que había sucedido a su padre Fernando I en el Sacro Imperio Romano, dio nueva vida a las pretensiones de los Habsburgo sobre los países del Danubio, lo que reabrió la cuestión de Transilvania que había quedado aparcada durante algunos años tras las victorias otomanas.[Cl.
Más tarde, se formaron nuevos eyalatos: Timisoara (desde 1552), Zigetvar (1596-1600), Eger (desde 1596), Győr (1594-1598), Kanizsa (desde 1600), Varat (1661-1692), Oradea (desde 1660) y Érsekújvár (1663-1685).
Sin embargo, los otomanos practicaron una relativa tolerancia religiosa y permitieron a las diversas etnias que vivían dentro del imperio una autonomía significativa en los asuntos internos.
Al menos un húngaro étnico se convirtió en gran visir, el cargo gubernamental más alto del Imperio otomano: Hadım Süleyman Pasha (r. 1541-1544).
[28] Desde principios del siglo XVII, los refugiados serbios eran la mayoría étnica en gran parte de la Hungría controlada por los otomanos.
[35] Este aumento fue antes de la inmigración a Hungría desde otras partes del Imperio Habsburgo.
[35] Por eso las alteraciones en Hungría durante la guerra no parecen haber afectado seriamente a las tasas de mortalidad entre la población civil en general.
[35] La ruptura del orden social y de otros vínculos económicos entre regiones contiguas que se asocian con las guerras prolongadas según el patrón medieval no se constatan en la guerra otomana del siglo XVII.
[37] A pesar de las continuas guerras con los Habsburgo, varios centros culturales surgieron en este extremo norte del Imperio.
También se vieron ejemplos de la arquitectura otomana del período clásico, idénticos a los que se encontraban en los famosos centros de Constantinopla y Edirne, construyéndose mezquitas, puentes, fuentes, baños y escuelas.
[cita requerida] Los otomanos practicaban una relativa tolerancia religiosa y el cristianismo no estaba prohibido.
El Islam no se extendió por la fuerza en las áreas bajo el control del sultán otomano,[39] sin embargo, Arnold concluye citando a un autor del siglo XVII que declaró: La relativa tolerancia religiosa de los otomanos permitió que el protestantismo en Hungría (como la Iglesia Reformada en Hungría) sobreviviera contra la opresión de los dominios húngaros gobernados por los Habsburgo católicos.
Además del Islam sunita, también florecieron varias comunidades derviches, incluidas las bektashis, las halvetis y las mevlevis.