La propagación del liberalismo político a lo largo del siglo XIX, y especialmente en el pontificado de León XIII y el de Pío IX, su antecesor, requería que la Iglesia recordase su doctrina sobre la libertad.
Por esto, pasa a exponer de modo sintético la doctrina del liberalismo sobre la libertad.
El papa pasa a continuación a exponer cómo entiende el liberalismo, y como debe entenderse la libertad en distintos campos, y cuál es la doctrina católica sobre estas cuestiones.
En la última parte de la encíclica el papa, recapitula las enseñanzas que ha expuesto y señala algunas consecuencias prácticas.
Donde estas libertades, así entendidas, estén vigentes, pueden ser toleradas con justa causa, y ejercer esas libertades, pero considerando que solo son legítimas en cuanto suponen un aumento de felicidad para vivir la virtud, Por lo demás: No está prohibido preferir un Estado moderado por el elemento democrático, es bueno participar en la vida política, salvo que en algún lugar por las circunstancias presentes[e], se imponga otra conducta.