Fundado por el propio santo, a comienzos del siglo xiii para religiosas de la regla de san Agustín,[1][2] en el espacio que luego se llamaría plaza de Santo Domingo, generó un pequeño arrabal que quedaría absorbido por las sucesivas cercas posteriores a la Muralla cristiana de Madrid.
[3] La iglesia del monasterio, construida durante el reinado de Felipe II fue derribada a finales del siglo xix (1869),[1] siendo alcalde de la ciudad Nicolás Rivero, dejando más espacio a la plaza que lleva su nombre y a otras vías confluyentes, como la calle Campomanes.
[4] Tras su demolición se construyó otro convento con la misma denominación en la calle de Claudio Coello.
[6] Más tarde, Felipe II encargó al arquitecto Juan de Herrera la sillería del coro.
A finales del siglo XIX se produjo la demolición del conjunto monacal, trasladándose a la congregación al ensanche de Madrid.