Luego decidió exiliarse en la corte francesa del rey Roberto el Piadoso, desde donde dictó la excomunión de su sobrino y puso a Normandía bajo interdicto.
Roberto el Danés recuperó su alta posición en la corte y habría convencido a su sobrino de que era indispensable mantenerse en buenas relaciones con la Iglesia.
A cambio, poco después el duque recibió la soberanía sobre parte del Vexin francés.
Es claro, el rey danés se negó rotundamente, así que Roberto convocó a los grandes del ducado y mandó construir una flota para invadir Inglaterra.
Las naves, llenas de hombres, armas y víveres se reunieron en Fécamp, solo para zarpar y encontrar una tempestad en medio del Canal, que los desvió hacia la isla de Jersey.
[11] Como el conde Alan III de Bretaña intentara emanciparse de los normandos,[11] Roberto construyó un castillo en la frontera, desde donde comenzó un ataque por tierra, apoyado por una flota que al mismo tiempo saqueaba la costa bretona.
Lo cierto es que la ausencia del duque ponía en riesgo al ducado y, por otra parte, en caso de morir durante el viaje, no estaba establecida la sucesión.
[13] Los barones tal vez aceptaron con reticencia al heredero elegido por Roberto, ya que se trataba de un hijo ilegítimo.
Su temprana muerte sumergió al ducado en una larga anarquía y guerra civil (1037-1047), que recién encontraría solución en la batalla de Val-ès-Dunes.