Batalla de Val-ès-Dunes
Guillermo se apresura a demandar la ayuda de su señor feudal, Enrique I de Francia.[1] Muchos de los rebeldes, aún paganos o poco cristianizados y todavía más próximos a sus orígenes nórdicos, cargaron en la batalla al grito de «Thor aïe!» («Thor ayuda»).[2] Esta será la última manifestación del poder vikingo en Francia.[3] Fue un verdadero desastre para muchos rebeldes, que en su huida se ahogaron al intentar atravesar el río que bordeaba el campo de batalla.Los que sobrevivieron perdieron sus fortalezas y fueron expulsados o se exiliaron voluntariamente al sur de Italia.