Los nobles normandos que la acompañaron a Inglaterra pronto se hicieron impopulares, incubándose desde entonces la antipatía entre ambas naciones.
Ya muerto el rey Svend I en 1014, Etelredo II volvió a Inglaterra y fue repuesto en el trono.
Los hijos de Emma y Etelredo permanecieron exiliados en Normandía durante los siguientes 30 años, haciendo su madre poco o nada por ellos -es bien conocido el poco afecto que Emma sentía por los hijos que había tenido de Etelredo.
Durante el reinado de Ethelred, Emma probablemente sirvió como poco más que una figura decorativa, una encarnación física del tratado entre los ingleses y su padre normando.
[6] La ordalía de la reina Emma por el fuego en Winchester es una leyenda que parece tener su origen en el siglo XIII.