En la última década del siglo XI surgió entonces un movimiento militar desde Europa conocido como las cruzadas: La primera Cruzada partió en 1095, y originalmente iba a ser comandada por el rey San Ladislao I de Hungría, pero su prematura muerte meses antes de la partida evitó dicha empresa.
Posteriormente se organizaron otras cruzadas, en las cuales franceses, ingleses, alemanes, húngaros e italianos participaron fundando órdenes de caballería para proteger los lugares sagrados y a la gente que iba desde Europa en peregrinación a ellos.
En 1181 Bela III confirmó la orden estefanita, a la cual le otorgó 12 barcos, tierras en la región de Torda, así como propiedades en otras 8 importantes localidades del reino.
Los estefanitas respondían directamente a la figura del papa, por lo cual pagaban anualmente una uncia de oro.
Para 1223 el convento en expansión llevó a cabo operaciones de registros legales, volviéndose un centro importante en esta materia.
En 1231 el papa Gregorio IX le confió al arzobispo Lucas la verificación de las condiciones y vida santa del magistrado estefanita.
El monarca esperaba que los estefanitas colaboraran en la construcción del sistema defensivo de castillos para repeler un posible futuro ataque mongol, pero los caballeros no lo hicieron.
El que consiguió prevalecer fue Carlos I Roberto de Hungría, al cual apoyaban los caballeros estefanitas.
Madre e hija generaron la aparición de dos partidos políticos enfrentados, hasta que el matrimonio fue consumado.
Al tiempo murieron ambas, madre e hija, y el nuevo rey obtuvo el control total de Hungría.
Esta Orden continuó su historia hasta 1938, cuando el regente húngaro Nicolás Horthy asumió la conducción del país y esta institución.