El 26 de marzo, la flota japonesa zarpó desde las islas Célebes, Indonesia hacia el Océano Índico.
Para los ataques contra los barcos mercantes e instalaciones militares cerca de Calcuta se destinó a otra flota, la 2.ª Flota Expedicionaria del Norte, o Fuerza Malaya, al mando del Vicealmirante Jisaburō Ozawa.
Esta base no contaba con defensas antisubmarinas ni antiaéreas, pero tenía la ventaja de que su existencia era desconocida para el enemigo.
Adicionalmente, Sommerville contaba con el apoyo terrestre de 22 Hurricanes, 14 Spitfires y 6 Fulmars en Colombo, así como varios bombarderos Blenheim en Trincomalee.
En realidad, Nagumo solamente estaba siguiendo un recorrido largo hacia Ceilán, pensando acercarse desde el sur a la isla.
Este portaaviones estaba asignado a la batalla de Madagascar, por lo que Sommerville no quería posponer estos trabajos.
Al anochecer del 4 de abril, un avión patrulla canadiense Consolidated PBY Catalina avistó a la flota japonesa a unos 580 km al sur de Ceilán, pero inmediatamente fue derribado por un Zero del Hiryū.
Tras alcanzar tierra, la flota aérea sobrevoló la costa de Ceilán durante media hora, siendo avistada por la población local y el radar.
No obstante, nadie alertó a la base de la Real Fuerza Aérea británica en Ratmalana hasta veinte minutos antes del ataque.
Los británicos reportaron haber perdido 27 aviones: dos Catalinas, cuatro Fulmars, quince Hurricanes, y seis Swordfishs.
Sin embargo, después del mediodía, fueron avistados por un hidroavión japonés y Nagumo lanzó 88 aviones en su dirección.
Iba acompañado por el Vampire, el petrolero British Sergeant, la corbeta Hollyhock, y el barco almacén Athelstane.
De la escolta, el HMAS Vampire y la corbeta HMS Hollyhock fueron hundidos, junto con dos cargueros.
Luego, el barco hospital Vita fue al campo de batalla y recogió 590 sobrevivientes.
Durante los combates aéreos de ese día, los australianos perdieron al menos ocho Hurricanes y los británicos un Fairey Fulmar.
Por su parte, los japoneses perdieron cinco bombarderos y 6 cazas, incluyendo uno que se lanzó en un ataque suicida contra las reservas de combustible británicas en Trincomalee.
[3] La pericia con la que el almirante Nagumo llevó la incursión en el océano Índico contrastó con el bajo rendimiento de la RAF.
De todas maneras, los británicos temieron por un tiempo la invasión nipona, pero no contaban tampoco con las fuerzas navales para evitarla.
Si alguna vez los japoneses pensaron invadir Ceilán, este plan se vino abajo después de la simbólica incursión Doolittle,[4] y la mente del Alto Mando Japonés se centraría en el Pacífico, por lo que enviarían a sus portaaviones a esta zona.