Libra esterlina

En Egipto por ejemplo se usa la Libra egipcia a pesar de no formar parte del Reino Unido.Su símbolo monetario es £ y proviene del latín libra, que se refería a la unidad de masa.El término libra británica es usado comúnmente en situaciones menos formales, aunque no es un nombre oficial de la divisa.El código ISO 4217 es GBP (en inglés Great Britain pound, Libra de Gran Bretaña).Las Dependencias de la Corona usan sus propios códigos (no ISO) cuando desean reflejar su distinción.Después de la adopción del euro por varios países, la libra se convirtió en la divisa más antigua del mundo aún en uso, y actualmente tiene la tercera porción más grande de monedas de reserva a nivel mundial, después del dólar estadounidense y el euro.El símbolo del penique era "d", de la palabra francesa denier, que se originaba de la palabra latina denario (el sólido bizantino y el denario eran antiguas monedas romanas).El símbolo del penique es "p"; una cantidad como 50p (0,50 £) se pronuncia normalmente (en inglés) como "cincuenta pee" en lugar de "cincuenta pence" (esto para ayudar a distinguir entre los nuevos peniques y los viejos durante el cambio de un sistema a otro).Para cumplir las estrictas reglas que gobiernan a la moneda en curso legal es necesario, por ejemplo, ofrecer el importe exacto debido porque no se puede reclamar ningún cambio".Los billetes escoceses, norirlandeses, de las Islas del Canal y maneses a veces son rechazados en las tiendas cuando se usan en Inglaterra.Durante finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, un gran número de dominios y colonias británicas fueron miembros de la zona esterlina.Así, distintos retratos oficiales de la reina Isabel II pueden observarse en las monedas británicas a través del tiempo.Este es el caso de países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Belice, entre muchos otros.Esta aleación pasó a denominarse plata esterlina (plata fuerte), debido a que las monedas acuñadas con esta aleación no se desgastaban tan fácilmente.[6]​ Entre 1544 y 1551 tuvo lugar la Política del Gran Envilecimiento, que fue una política monetaria que implicaba un envilecimiento de todas las denominaciones correspondientes la moneda oficial de Inglaterra, la libra esterlina.[7]​ Para financiar ambos conflictos además de un monto inespecificado destinado a los gastos personales del monarca, la corona no escatimó en endeudarse hasta niveles impagables: a principios de 1544, pidieron préstamos equivalentes a 400,000 marcos escoceses de plata, y los prestatarios naturalmente demandaron - infructosamente - el reintegro total de sus fondos al año fiscal siguiente, algo que la corona no pudo cumplir en tiempo y forma, y cuyos pagos cesaron temporalmente hasta que la deuda se saldó recién en la década de los 1550s.[9]​ Sin embargo, el descubrimiento del fraude no interrumpió el proceso, por lo que los estándares de oro y plata continuaron cayendo durante el reinado de Enrique VIII: en 1545 el oro se redujo a 22 quilates y nuevamente a 20 quilates en 1546.También se dieron cuerta de la importancia de remover las piezas envilecidas de circulación: Para ello, la corona decretó una ley que prohibía a la ciudadanía exportar las monedas a mercados extranjeros, y además, declaró inválidas todas aquellas piezas envilecidas producidas durante las dos décadas previas.Las antiguas monedas, con una pureza muy superior, eran atesoradas y rara vez se las veía en circulación de deudas, mientras que, las piezas envilecidas, de mucho menor valor, se las usaba para pagar deudas y/o comprar cosas en la vida cotidiana, este fenómeno fue retratado por Henry D. Macleod, a fines de siglo XIX, y quien le otorgó el nombre "Ley de Gresham en honor al banquero (aunque este no fuera el primero en darla a conocer) a un principio que establece que "el dinero malo (piezas envilecidas), reemplaza al bueno (piezas de alta pureza)".En 1560, bajo mandato real, Thomas Gresham retiró de la circulación todas las piezas envilecidas e hizo fundir las monedas retiradas y las sustituyó por otras de nueva acuñación con una elevada pureza.Este duró hasta que el Reino Unido, en acuerdo con muchos otros países, abandonó el patrón en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, cuando los billetes del Banco de Inglaterra y del Tesoro se convirtieron en moneda de curso legal.Sin embargo, al final de la Guerra, el país debía £850 millones, la mayor parte a los Estados Unidos, con intereses que costaban al país un 40 % de todo el gasto del gobierno.La libra esterlina fue usada como la moneda de muchas partes del Imperio británico.[14]​ A partir de esta fecha, la libra esterlina se convirtió en una moneda emitida por decreto (o fiat) y a su vez fiduciaria, con su valor determinado por su continua aceptación en la economía nacional e internacional.[16]​ Esta devaluación provocó que varias otras monedas se devaluaran frente al dólar, entre ellos: Australia, Dinamarca, Irlanda, Egipto, India, Israel, Nueva Zelanda, Noruega y Sudáfrica.Entre las medidas, se prohibió a los turistas sacar del país más de £50 en cheques de viajero y remesas, más £15 en efectivo;[18]​ esta restricción no se levantó hasta 1979.[28]​ Este proceso, llevó al Banco de Inglaterra a aumentar la masa monetaria, imprimiendo dinero, para poder comprar activos como deuda pública, bonos corporativos, letras de cambio u obligaciones.[29]​ La cantidad inicial se estableció en 75 000 millones de libras, aunque el entonces Canciller de la Hacienda del Reino Unido, Alistair Darling, autorizó a emitir hasta 150 000 millones si fuera necesario.[30]​ Se esperaba que el proceso durara 3 meses, y con resultados a largo plazo.Frente al dólar, la libra también registró una devaluación inmediata, cayendo desde $1,466 a $1,3694 cuando se anunció el resultado del referéndum.
Billetero con libras esterlinas.
La etiqueta del sombrero de El Sombrerero marca un precio 10/6 en el sistema predecimal (10 chelines más 6 peniques).
Testoon envilecido (1544-1947).
Soberano de oro de borde fresado de Isabel I; 1585-1587