Antiguamente se expresaba en quilates, para el oro, o en dineros y granos en el caso de la plata.
En el caso de España, legalmente se consideran metales preciosos solo el oro, la plata y el platino, pero no los pertenecientes al grupo del platino, tales como el iridio, osmio, paladio, rodio y rutenio, aunque sean empleados en aleaciones o recubrimientos de objetos de metales preciosos.
Es decir que por cada 24 partes en peso de la aleación, 18 de ellas son oro puro y las restantes son otros metales, que típicamente son plata y cobre, que le dan la dureza y el color ideal para terminados de joyería.
Actualmente la pureza de los metales preciosos se mide en milésimas, que indican qué cantidad de metal precioso puro tenemos en una aleación si la dividieramos en 1000 partes.
Debido a esto, los metales preciosos se consideran puros cuando tienen, al menos, 999 milésimas en vez de los 1000 teóricos.