El enfoque cognitivo clásico considera que dentro del proceso de pensamiento se pueden localizar explicaciones sobre la conducta.
Por otra parte, también suele referirse a la terapia cognitiva como la aplicación de la psicología cognitiva, al mantener una concepción psicológica centrada en los procesos mentales (como el razonamiento, memoria y atención) y desde un punto de vista intrapsíquico.
La principal diferencia de ambas escuelas radica en la concepción teórica de la mente, aunque puedan realizar técnicas similares; por ejemplo Albert Bandura con su Teoría del aprendizaje social o Aaron T. Beck con su Terapia cognitiva.
Existen distintas psicoterapias cognitivas: La terapias cognitivas racionalistas implican la intervención de terapeutas que trabajan en colaboración con los pacientes para desarrollar habilidades que permitan identificar y reemplazar los pensamientos y creencias distorsionadas, en última instancia, cambiar el comportamiento habitual asociado a ellos.
Por lo general, se centra en el presente y es un tratamiento orientado a la resolución de problemas.
[4] En las terapias cognitivas constructivistas no se asume que el terapeuta tenga un acceso privilegiado a la racionalidad.
Mediante el análisis de los resultados se evalúan los problemas actuales y pasados.
Dichos problemas pueden incluir postergación de las responsabilidades, autoestima, tristeza, inactividad, ansiedad, conflictos en las relaciones interpersonales, entre otros.
[6] La terapia cognitiva utiliza frecuentemente la Psicoeducación que consiste en la explicación en forma breve del modelo teórico de trabajo, dándole al paciente información sobre sus problemas y padecimientos.
No sólo deben sugerirse libros, sino películas o actividades que puedan resultar de utilidad clínica.
En conjunto con el terapeuta, el paciente puede desarrollar técnicas e intervenciones que le ayuden a manejar sus emociones y pensamientos negativos de formas más efectivas cuando no se encuentre en terapia.
El análisis funcional cuenta con antecedentes en otras ciencias; por ejemplo, en la física y matemáticas para evadir discursos filosóficos de causalidad o desde la biología y economía para entender la utilidad o función dentro de un sistema.
Así, desde este enfoque los pensamientos se consideran la causa de las emociones, y no a la inversa.
Siguiendo el postulado central de esta terapia, en tanto el hombre es un constructor activo de su realidad habría tantas realidades posibles como seres humanos, por lo cual los pensamientos no serían en sí mismos irracionales o racionales sino simplemente diferentes según que información se priorice o tenga por irrelevante.
Si piensa erróneamente que vive marginado de la sociedad, se sentirá solo.
El desarrollo del BDI ha sido muy importante para la psicología y la psiquiatría, ya que permite un análisis menos categórico.
«preocuparme me ayuda a estar preparado; preocuparme tanto podría enloquecerme»),[8] por su parte, los pacientes con trastorno obsesivo compulsivo presentan, en mayor medida que quienes no tienen dicho cuadro, creencias negativas sobre la presencia de ciertos pensamientos (p. ej.
«Si pienso algo malo sobre alguien puedo provocarlo»),[9] Los pacientes con fobia social suelen presentar ideas disfuncionales sobre su desempeño en público (p. ej.
Voy a hacer el ridículo) y finalmente quienes padecen trastorno por estrés postraumático suelen presentar pensamientos disfuncionales respecto de los recuerdos del suceso traumático (p. ej.
En 2003 Beck publicó un libro donde explica cómo aplicar terapia cognitiva a los diferentes trastornos de personalidad.
Algunos autores adscritos a la psicología clínica cognitiva-constructivista son Vittorio Guidano, Giovanni Liotti, George Kelly, Robert A. Neimeyer, Óscar Gonçalves, Giampiero Arciero, Lisa McCann, Laurie Anne Pearlman, Jerome Frank, Donald Meichenbaum, Diane B. Arnkoff, Guillem Feixas, Adele De Pascale y Bernardo Nardi.
[12] Han sido influenciadas por la teoría de los constructos personales de George Kelly (considerada un enfoque precursor del constructivismo cognitivo clínico, o una modalidad temprana del mismo) que plantea que todas nuestras interpretaciones del universo están sujetas a la posibilidad de ser revisadas o reemplazadas, y que las personas viven en mundos experienciales únicos.
irresponsable podrían estar incluidos dentro de un constructo más general es probable que sea aceptado por otras personas vs.
Mientras que los posracionalistas ponen todo el acento en el significado emocional de la experiencia, los constructivistas tienden a otorgar preeminencia (en algunos casos en forma exclusiva) a la semántica del lenguaje.” (p. 273-274)Finalmente, en cuanto a la noción de “significado”, Balbi plantea dos distinciones claras en relación ala perspectiva constructivista y posracionalista:“Otra diferencia entre los planteos de algunos constructivistas y los de los posracionalistas consiste en que muchos de los primeros se muestran especialmente interesados en el modo en que las personas construyen los significados que otorgan a la realidad; en cambio los segundos están particularmente centrados en explicar el modo en que éstas construyen su propio significado.