Teoría del aprendizaje social

Si las personas ven consecuencias deseables y positivas en la conducta observada, es más probable que la tomen como modelo a seguir.

El aprendizaje cognitivo presupone que los factores psicológicos son importantes influencias en las conductas de las personas.

La teoría del aprendizaje social señala tres requisitos para que las personas aprendan y modelen su comportamiento: retención (recordar lo que uno ha observado), reproducción (habilidad de reproducir la conducta) y motivación (una buena razón) para querer adoptar esa conducta.

Una estrategia consiste en seleccionar las destrezas más apropiadas para cada situación y aplicarlas adecuadamente.

Para ello se centrara la atención en tres de las corrientes psicológicas contemporáneas más importantes que han tratado de explicar dicho proceso en el ser humano: ellas son las corrientes conductuales, cognitivas y constructivistas.

Desarrollado por el científico ruso Ivan Pavlov, el condicionamiento clásico es el primer tipo de aprendizaje en el que un organismo responde a un estímulo ambiental.

No hay reforzamiento y se basa en el principio de adhesión, en el cual un estímulo o respuesta está unido a otro estímulo o respuesta, la presencia de uno evoca al otro.

El término condicionamiento instrumental fue introducido por Edward Thorndike y sugiere que la conducta sirve de instrumento para conseguir un fin.

En el condicionamiento instrumental hay cuatro principios básicos: premio, castigo, huida y omisión.

El adjetivo "operante" se emplea para caracterizar este tipo de condicionamiento porque, y a diferencia del "condicionamiento clásico", el sujeto interviene u "opera" en el medio, lo modifica y este reobra sobre el organismo: si los resultados de la acción del sujeto son "adecuados" (en la versión más mentalista diríamos: "placenteros"), la conducta se aprenderá, siendo más probable que se emita de nuevo en las mismas circunstancias; si los resultados de la acción no son "adecuados" (son "desagradables") dicha conducta tenderá a desaparecer del sujeto.

El experimento del muñeco Bobo fue realizado por el psicólogo Albert Bandura en 1961 con el fin de demostrar que toda conducta humana se aprende a través de la observación y la imitación.

[4]​ Bandura quería probar que los niños tienden a aprender del comportamiento de un adulto de confianza, y para ello utilizó agentes agresivos y agentes no agresivos.

En dicha habitación había un espejo unidireccional que les permitiría evaluar las conductas de los niños.

Se evaluó la agresión física y verbal, así como la cantidad de veces que se usó un mazo para mostrar nuevas formas de agresión distintas a golpear al muñeco.

Los resultados mostraron que los niños que visualizaron el modelo agresivo tenían mayor probabilidad de imitar el comportamiento agresivo, además los niños solían ser más agresivos que las niñas en cuanto a violencia física, sin embargo en el caso de la agresión verbal no había diferencias significativas entre ambos.

También se vio que las hipótesis formuladas antes de la realización del experimento eran acertadas, aunque no se comprobó en su totalidad por lo que no serían del todo fiables.

En el ámbito de la criminología, Ronald Akers y Robert Burgess (1966) desarrollaron una teoría del aprendizaje social para explicar la conducta delictiva al combinar las variables que alientan la delincuencia (por ejemplo, la presión social de los compañeros o iguales delincuentes) con las variables que la desalientan (por ejemplo, la reacción de los progenitores al descubrir la conducta delictiva en sus hijos).

El Funcionalismo había sido el paradigma dominante, pero en la década de 1960 hubo un cambio hacia las teorías del control social, la criminología de conflictos y la teoría del etiquetamiento, que intentaban explicar el emergente y más radical entorno social.

Además, las personas creían que podían observar la conducta y ver el proceso del aprendizaje social.

Adicionalmente, los refuerzos pueden ser sociales, implicando atención y conducta entre más de una persona, y no sociales, que no implicarían esta interacción (Burgess & Akers: 1966).

Las redes sociales pueden servir a los empleados para contribuir, almacenar, descubrir, buscar, aprender, reaprender, accionar y revisar conocimientos y herramientas; haciendo visible conocimientos e informaciones anteriormente ocultas.

Desde un punto de vista organizacional, el aprendizaje social puede ser añadido como un elemento para el aprendizaje formal como los cursos de un pensum -para agregar discusiones, compartir experiencias y lecciones aprendidas.

También, el aprendizaje social puede ser manejado más libremente -por ejemplo: para crear comunidades de práctica (communities of practice) para grupos con miembros similares como por ejemplo, nuevos empleados, equipos ó miembros de un proyecto, u otros equipos similares.