Luego incorporó elementos del conductismo como la desensibilización sistemática y el refuerzo positivo de B. F. Skinner.
[5] Además, Ellis también tomó en cuenta la filosofía moderna y antigua (principalmente autores del racionalismo), así como sus propias experiencias.
Para esto, él centró su teoría en la sencilla frase atribuida al filósofo estoico griego Epícteto: «Las cosas en sí no atormentan a los hombres, sino las opiniones que tienen de ellas».
Si estas exigencias no se cumplen, surgen una serie de consecuencias, como son el tremendismo, la poca tolerancia a la frustración (PTF) y condena (hacia los demás o uno mismo), ira, culpa, etc.
Esto se logra llegando, dentro del modelo A-B-C, al punto D: el debate racional emotivo o diálogo socrático modificado (que es la búsqueda de evidencias y refutación de ideas) enfocado a conseguir un nuevo efecto (punto E) más sano y adaptativo.
Ellis partió desde la definición de «estimación positiva incondicional» del psicólogo humanista Carl Rogers, aplicada por las personas a sí mismas.
Se distingue de «confianza en sí mismo» y «amor propio», pues Ellis suponía a éstas como formas extremadamente condicionadas de aceptación al poseerse sólo cuando se consigue un logro, un bien o una excelencia.
Él propuso una autoaceptación o autoelección libre de condiciones, auto-clasificaciones, valoraciones y comparaciones con otros individuos.
Por ejemplo, la TREC desfavorece cualquier evaluación de sí mismo (puesto que es improbable la identificación de una «esencia» de uno mismo, como si uno fuera fundamentalmente bueno o malo, sólo existen conductas favorables y desfavorables, sociables, funcionales o disfuncionales, etc), mientras que Beck procura lograr «confianza en uno mismo» y «autoestima».
No obstante, la TREC y la TCC contienen propuestas compatibles en gran medida, e incluso hay autores, como David Burns, que integran aportes de ambas escuelas.