Algunas prácticas de sexo seguro como el uso del preservativo son eficaces para prevenir las enfermedades de transmisión sexual y como métodos anticonceptivos por lo que contribuyen, en las parejas heterosexuales, a evitar embarazos no deseados.
En mayo de 1983 -el mismo mes en que el VIH fue aislado y bautizado en Francia-, los activistas contra el VIH/SIDA Richard Berkowitz y Michael Callen, de Nueva York, publicaron consejos similares en su folleto Cómo tener relaciones sexuales en una epidemia: un enfoque.
[9] Un año después, el mismo término apareció en un artículo de The New York Times.
Este artículo destacaba que la mayoría de los especialistas aconsejaban a sus pacientes con sida practicar sexo seguro.
Se desarrollaron varios programas con el objetivo de promover prácticas sexuales seguras entre los estudiantes universitarios.
El libro se titulaba "Safe Sex in the Age of AIDS" (Sexo seguro en la era del sida), y constaba de 88 páginas en las que se describían enfoques positivos y negativos de la vida sexual.
El comportamiento sexual podía ser seguro (besos, abrazos, masajes, frotamiento cuerpo a cuerpo, masturbación mutua, exhibicionismo, sexo telefónico y uso de juguete sexuales separados); posiblemente seguro (uso de preservativos); o inseguro.
Como en cualquier actividad, no existe una garantía de tener una relación sexual sin riesgo alguno, o 100 % segura; sin embargo, las circunstancias en las cuales son realizadas las relaciones sexuales puede modificar sustancialmente, incrementando o decreciendo, el nivel de riesgo al contagio de ETS al cual se enfrentan las personas.
Las demás regiones de contacto con el exterior, tapizadas por mucosa (como la boca, el ano y la vagina), presentan menor protección frente a infecciones venéreas, según sus características histológicas, fisiológicas y ecológicas.
De las mencionadas en este párrafo, solo la vagina está preparada histológicamente para resistir la fricción del coito, mientras que en los demás casos ésta puede provocar la formación de micro-heridas, por tanto imperceptibles, que pongan en contacto la sangre con los fluidos corporales del compañero.
se ha detectado que las adolescentes y las jóvenes (mujeres que han desarrollado caracteres sexuales secundarios recientemente o se encuentran entre los 12 y 21 años) son mucho más vulnerables a infecciones como el virus del papiloma humano.
El concepto de aceptar algún riesgo en el sexo, como se acepta algún riesgo en subir a un coche o avión o simplemente salir de la casa, es general entre los sexólogos y los educadores sexuales, pero no ha recibido respaldo oficial.
Incluso informan sobre países en donde la prevalencia disminuye entre los trabajadores del sexo, pero está creciendo rápidamente entre las mujeres casadas.
[15] Los siguientes factores sociales son efectivos en ayudar a prevenir las infecciones de transmisión sexual:[2]