Embarazo no deseado

Ante un embarazo no deseado y atendiendo a los principios de salud reproductiva de la OMS, la mujer puede continuar con la gestación y llevar a término el embarazo o, si la legislación vigente del país o territorio lo contempla, practicar un aborto inducido, ya sea mediante un aborto con medicamentos o un aborto quirúrgico, dependiendo del periodo de gestación y siempre con la asistencia sanitaria adecuada.[4]​ Este gasto podría impedir unos 52 millones de embarazos no deseados al año, la reducción en 1,5 millones de muertes por mortalidad materna y mortalidad infantil anuales, así como una reducción de abortos inducidos en un 64 %.[4]​ El riesgo de embarazo no deseado es evidente cuando no se utilizan métodos anticonceptivos en las relaciones coitales o se utilizan inadecuadamente.[5]​[6]​ Con el término anticoncepción de emergencia, anticoncepción poscoital o anticoncepción preimplantacional se consideran varios métodos:[7]​[8]​ Las consecuencias de los embarazos no deseados, además de psicológicas, sociales y económicas son las siguientes:[13]​ El embarazo no deseado es la causa de unos 35 millones de nacimientos no deseados al año.[14]​ Estos embarazos no deseados provocaron alrededor de 700.000 muertes por mortalidad materna (aproximadamente una quinta parte de la mortalidad materna durante ese período).