Pedro Vives Vich

La nueva democracia española nacida en 1978 y en particular su nuevo Ejército del Aire (con su escaparate histórico principal, el Museo del Aire), le han devuelto su papel como legítimo e indiscutible fundador de las Fuerzas Aéreas Españolas y gran regeneracionista español, sin perjuicio del papel indiscutible de otros muchos pioneros de la aviación española.

Por ello, Vives se trasladó a Manresa y allí, en su colegio de jesuitas, finalizó brillantemente el bachillerato.

Entre ese año y 1880, cuando asciende a capitán en el Ejército del Norte, realiza diversas obras de fortificaciones en Canfranc (Coll de Ladrones) -Aragón-, Jaca (Rapitán) -Aragón- y en Navarra.

Ello explica por qué durante su larga vida activa pudo desempeñar gran diversidad de cometidos relevantes y abordarlos desde múltiples perspectivas.

Este invento arquitectónico fue pieza clave para la rápida edificación (incluso bajo fuego enemigo) de las instalaciones militares durante la guerra del Rif.

En 1896, Vives, como comandante, se hace cargo del nuevo Servicio de Aerostación Militar española, iniciando su actividad práctica en el naciente mundo de la navegación aérea, que ya venía estudiando científicamente desde su estancia en Estados Unidos.

Estos primeros aeronautas de Vives resolvieron por sus propios medios toda la problemática que suponía volar globos, cautivos y libres, dirigibles y luego los primeros aviones.

Eran autosuficientes y por ello diseñaban y construían sus propias aeronaves, si no mejoraban otras adquiridas, a la vez que experimentaban personal y posteriormente su comportamiento en vuelo (haciendo constar por escrito todos los detalles de cada vuelo, que con harta frecuencia acababan en tierra con lesiones o muertes).

Melilla era entonces la plaza militar española más estratégica, máxime cuando su futuro español estaba seriamente comprometido ante el imparable avance de Abd'el-Krim, gran estratega y líder de las cabilas rifeñas para hacer del Rif una república independiente.

Vives, por su eficiencia y modernidad técnica e incorruptibilidad, era considerado por la prensa como "...el más civil de los militares y el más militar de los civiles ... [una persona] siempre atenta a su ciencia, en la que brilla como el que más ... [que] jamás hizo política, ni grande ni chica ... [y con] prestigio máximo en lo profesional, como en lo ético y moral...", tal y como editó El Telegrama del Rif, el diario de Melilla, para celebrar su llegada a la ciudad.

Con la llegada de Vives a Melilla, la opinión pública española esperaba poner fin al largo y trágico conflicto que supuso la Guerra del Rif.

Vives no pudo conseguir ese objetivo, aunque estuvo a punto de hacerlo, por la continua paralización política por el Gobierno de sus planes militares (cortar los suministros de armas a los rifeños, impedir su fortificación y reconquistar todo el territorio con el apoyo de la aviación y la alta moral que infundió a las tropas), los mismos que adoptó como propios su sucesor en el mando, el general Martínez Anido (también dimitió por no dejársele ejecutarlos).

El Gobierno de Alcalá-Zamora seguía la estrategia político-militar de "no avanzar ni variar nada" militarmente, hiciera lo que hiciera Abd'el-Krim", y tratar de resolver el conflicto negociando políticamente, lo que fue aprovechado por aquél para reforzarse territorial, política y militarmente.

Ante las reticencias del Gobierno español a su plan, el "plan Vives", el general catalán pidió su dimisión, que le fue admitida, para retornar a su anterior destino en Cartagena.

No obstante y desde Madrid, Vives nunca olvidó Igualada, su ciudad natal.

A la vez, proliferaban por toda España (Madrid, Guadalajara, Huesca, Lérida, Tarifa, Barcelona, etc.) calles y plazas dedicadas al general Vives en reconocimiento a sus aportaciones en la mejora de las infraestructuras públicas de numerosas localidades y comarcas.

En 1929, Vives cesa como subsecretario del Ministerio de Fomento y retorna a Cataluña, su tierra natal.

Ese mismo verano obtiene refugio político en la Embajada de Noruega, con cuyo gobierno mantenía una excelente relación.

Finalizada esa época, el Ejército del Aire español y, en particular, su Museo del Aire, le han devuelto su papel como legítimo e indiscutible fundador de las Fuerzas Aéreas Españolas.

Los Sres. Airault, coronel Vives y capitán Kindelan (de izquierda á derecha), pilotando el dirigible « España» en 1909
Monumento al general en el Parque de la Concordia de Guadalajara