En estos tratados participaron el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (Fernando III de Habsburgo), la Monarquía Hispánica, los reinos de Francia y Suecia, las Provincias Unidas (Países Bajos) y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico.
Las garantías del Tratado fueron asumidas por los países fronterizos con el Sacro Imperio: Francia y Suecia.
[3] Sacro Imperio Romano Germánico: en 1640, después de casi 30 años, se volvió a reunir la Dieta Imperial.
Para debilitar al Sacro Imperio Romano Germánico, la principal autoridad transnacional de la época, se proclamó la primacía de los Estados alemanes frente a poderes externos, como el emperador o el papa.
Esta, empeñada en debilitar al emperador, permitió a Brandeburgo hacerse con territorios adyacentes.
Países Bajos: la intención inicial del emperador era incluir a España en la Paz, pero las presiones de Francia lograron su neutralidad en la guerra entre ambas naciones pirenaicas.
Suecia: consiguió una posición hegemónica en el mar Báltico, que mantuvo durante décadas.
Dinamarca: tras diversas batallas perdidas, fundamentalmente contra Suecia, se vio obligada a firmar la paz con esta en 1645.
Así, cada Estado adoptaba como propia y oficial la religión que tenía en aquel momento, lo cual es visto como una concesión católica a los nuevos cismas que, como origen político, habían roto Europa.
Desde los tiempos de Martín Lutero, las guerras europeas se desencadenaban tanto por motivos geopolíticos como religiosos.
El párrafo introductorio del Tratado de Paz resume el proceso de las negociaciones, enumera las partes implicadas y enumera también los representantes y plenipotenciarios enviados por los Estados firmantes.
A partir del título 104.º vienen las disposiciones de entrada en vigor y la conclusión: